Salmoneras en la Patagonia vulneran la legislación vigente
Por: Flavia Liberona, Directora Ejecutiva de Fundación Terram.
El proyecto de ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, conocido como SBAP, no alcanzó a pasar por las salas de las cámaras del Congreso Nacional cuando el país se enteró de nuevos incumplimientos ambientales de empresas salmoneras en la Patagonia, a través de la apertura de tres procedimientos sancionatorios por parte de la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) contra Blumar, Mowi y Nova Austral por superar, en conjunto, un total de 7.408 toneladas de peces el límite de producción establecido en sus permisos ambientales.
Estos casos están lejos de ser aislados, ya que, hasta la fecha la SMA mantiene en curso cerca de 40 procedimientos sancionatorios contra distintas empresas salmoneras por producir más de 100 mil toneladas por sobre los límites establecidos en sus permisos ambientales, concentrándose la gran mayoría de casos al interior de áreas protegidas, lo cual representa un agravante por la presión extra que eso genera sobre estos ecosistemas de alto valor natural.
Un aspecto sensible al respecto es el hecho de que la gran mayoría de estos procedimientos demoran más de cinco años en llegar a una sanción, periodo en el cual la empresa tiene la posibilidad de presentar e implementar un programa de cumplimiento ante la superintendencia de medio ambiente, lo cual le permite anular cualquier posible sanción. En palabras simples, la empresa puede hacer una mea culpa, presentando un programa de cumplimiento y, en caso de ejecutarlo favorablemente, el ente fiscalizador lo perdona, y mientras tanto, los centros de cultivo pueden seguir operando, lo que lleva a que muchas veces vuelvan a incurrir en sobreproducción mientras el procedimiento sigue en curso.
De esta manera, es la propia industria salmonera la que cada cierto tiempo se encarga de recordarnos que su modelo de producción es incompatible con la protección de la naturaleza, y que cuando se trata de obtener beneficios económicos a través de la sobreproducción, las sanciones que aplican los organismos competentes parecen no inhibirla de vulnerar la ley. A esto se suma que un modelo basado en la sobreproducción, no solo daña los ecosistemas en que se emplaza, sino también esta atentando contra la misma industria.
En este sentido, parece necesario recordar la crisis del virus ISA del año 2008, donde la industria por sus malas prácticas vivió un tremendo colapso y despidió sin miramientos a cientos o miles de trabajadores. Algunos años después de esta crisis hemos visto como cada cierto tiempo los florecimientos algales nocivos (FAN) provocan severos impactos ambientales, ya sea dentro o fuera de áreas protegidas.
Tras años de observar el comportamiento de la industria salmonera, queda en evidencia que a esta solo le importa producir y generar ganancias para las empresas del sector, en gran parte, capitales extranjeros, sin que tengan la más mínima consideración con el medio ambiente y, probablemente, tampoco con las personas que habitan en estos territorios.