El reencuentro de Los Bunkers y Concepción: No sabes cuánto te esperé
Por Luis Tabilo Castillo
No sabía que quería tanto a Los Bunkers. No pensaba que los extrañaba de esta forma. Presenciar su vuelta a casa fue como reencontrarse con un viejo amigo que estuvo lejos durante muchos años, y que al vernos nuevamente, sabes que el cariño sigue intacto, como si el tiempo nunca hubiese transcurrido.
El regreso a los escenarios del quinteto penquista liderado por Álvaro López (voz), Mauricio Durán (guitarra y teclados), Francisco Durán (guitarra y teclados), Gonzalo López (bajo) y Mauricio Basualto (batería) abrió un portal al pasado, cargado de nostalgia y adolescencia.
La última vez que Los Bunkers habían tocado en su ciudad natal fue el 14 de diciembre de 2019. En aquellos días gran parte del país respiraba aires de protesta, y cómo no, la música estaba presente en la revolución. Esa tarde los pastos de la Universidad de Concepción, con la imponente biblioteca como telón de fondo, fue el refugio de una ciudad que se reconectaba no solo con el ADN político de su historia más cruda y dolorosa, sino que también con el soundtrack de calles y avenidas.
Pero lo vivido este sábado 25 de marzo rompió todos los esquemas. La banda estaba en casa, acompañada de familiares y amistades, destinada a inmortalizar el recital superando todos los récords locales, pues congregaron a 40.000 personas en el majestuoso Estadio Ester Roa Rebolledo, convirtiéndose en el show más multitudinario en la historia de Concepción.
Desde la mañana los fanáticos más acérrimos se agolparon en la Avenida Collao haciendo guardia para la apertura de puertas programada a las cinco de la tarde. Nadie quería quedar fuera. La espera era larga, ya que recién a las nueve de la noche era el turno de Los Bunkers. Durante la tarde, la también artista local, Dulce y Agraz, con una puesta en escena delicadamente teatral, fue la encargada de prender los motores de una fiesta que se extendería hasta la medianoche.
Dos horas antes del inicio del show, Los Bunkers compartieron un Meet & Greet organizado por la aerolínea Jetsmart. Ahí la prensa tuvo la oportunidad de compartir valiosos minutos junto a los maestros de ceremonia.
Pese a que no era un punto de prensa, los periodistas presentes hicimos caso omiso a las instrucciones previas, y sin dudarlo, entrevistamos brevemente a la banda. Álvaro López, acaso el frontman más enérgico del rock chileno en la actualidad, se mostró sorprendido del revuelo causado en redes sociales tras la imagen convertida en meme de Los Bunkers sentados en los últimos asientos de una micro. “Sentimos el cariño desde la gente del hotel hasta cuando salimos a hacer lo que sea, es un momento especial”, dijo la voz del grupo a un colega de La Hora.
Asimismo, Mauricio Basualto detalló a Súbela cómo se preparan para un show de casi tres horas de duración con breves interrupciones. “Ensayamos caleta, partimos en diciembre hasta cinco días antes de debutar… ensayamos harto y muchas horas diarias”, confidenció.
Tras el breve diálogo, la banda volvió a la concentración previa. Según lo mencionado por integrantes del staff, al menos una hora y media debían estar completamente a solas, realizando ejercicios vocales y dinámicos íntimas de grupo.
Son las 21:04 y Los Bunkers suben al escenario. La batería de “Miéntele” da inicio al recital que se extendió hasta las 23:53, marcado por dos interrupciones provocadas por problemas en los asistentes de cancha. En total, 32 canciones, una más que sus dos presentaciones en Santiago, México y Viña del Mar. Porque claro, la banda tenía preparada una sorpresa especial: la interpretación de “Canción de Lejos”, tema que abre el segundo disco homónimo de los penquistas y que tiene a la ciudad de Concepción como protagonista de su letra.
Quizás el único punto débil de un recital entrañable fueron los inconvenientes técnicos de audio, ya que la torre izquierda de sonido por momentos sonó ahogada, con un molesto “zumbido” de cables que no pudo ser resuelto por la producción.
De igual modo, y tal vez por los fríos trece grados de la noche, faltó energía de parte del público presente en los coros más emblemáticos. En más de una ocasión la banda pidió que cantaran más fuerte, ya que no los escuchaban con la misma pasión que ellos estaban entregando.
Al salir del estadio, miles de personas regresaron a sus casas, y quienes tenían energía, no dudaron en partir a bares y clubes. Muchos decidieron seguir la fiesta hasta el amanecer. Mientras cruzo el puente Llacolén rumbo a San Pedro de la Paz pienso en que, pese a no haber sido fanático de Los Bunkers, no sabía cuánto los esperé.