Ainhoa Vásquez, autora de “Narcocultura”: “En Chile podemos hacerle frente al narcotráfico con la música urbana”
Ainhoa Vásquez Mejías lleva más de diez años trabajando con temas vinculados a la narcocultura y la violencia de género. Y este 2024, publicó junto a Editorial Planeta el libro “Narcocultura: masculinidad precaria, violencia y espectáculo”, una mirada sin precedentes a la figura masculina y las nuevas manifestaciones culturales del crimen organizado.
Por Catalina Hernández
¿Cómo te empezaste a interesar en el narcotráfico y su cultura?
Mi primer acercamiento fue en el 2010, investigando feminicidios en Ciudad Juárez (México), donde noté que estaban profundamente vinculados con el narcotráfico, aunque eso no puede generalizarse a todo México ni a Latinoamérica. Después, en mi Doctorado, trabajé con narcoseries como La Reina del Sur y El Patrón del Mal, y descubrí que, más allá de la violencia o la cosificación de las mujeres, había un panorama más complejo. No eran solo apología del narco; mostraban un sistema sin héroes, con narcotraficantes y gobiernos como villanos, y trataban temas como el aborto, la masculinidad, e incluso humanizaban a los narcos en aspectos cotidianos. Fue un ejercicio que me hizo reflexionar sobre los matices y preguntarme: “¿Será verdad?”.
¿Y por el narcotráfico y su cultura en Chile?
Para el 2012, empecé a ver que teníamos los primeros atisbos en Chile del narcotráfico. Era muy incipiente todavía, casi no había, pero empezaron a surgir también productos culturales. Yo dije: "Bueno, es probable que esto tenga un auge". Aunque no en narcotráfico, sino en los productos culturales que se consumían sobre eso. Estaba ya Vuelve Temprano o Bala Loca con la Cata Saavedra que eran producciones nacionales. A la Reina del Sur acá se la hacían "chupete". También empezaba en la literatura. Por ejemplo, Boris Quercia en esa época a escribió las primeras novelas policiales que tenían todo este componente narco, como Santiago Quiñones, tira, y después Perro Muerto. Mario Silva estaba escribiendo algunas novelas de narcos también. Ya había un movimiento cultural al respecto.
¿Sentiste miedo de meterte con este tema? ¿O ahora, has sentido en algún minuto la sensación de tener que cuidarte o resguardar tu nombre?
Nunca. Nunca me han amenazado. Nunca he sentido miedo. Al contrario. Lo que me pasó desde que empecé, fue que gente vinculada o desvinculándose del narcotráfico comenzó a contactarme. Me escribían por correo, por mensajes en Instagram o incluso al Messenger de Facebook. No sé por qué, pero siempre han pensado que soy periodista o que estoy ligada a ese mundo de alguna forma. Me han escrito Oye, te quiero contar mi lado del asunto. Te quiero contar mi versión". Queriendo mostrarse. Muchos de ellos habían sido narcotraficantes, pero estaban desvinculados de los cárteles. Se habían vuelto evangélicos, lo que también es muy frecuente.
¿Y te gustaría hacer perfiles de gente real que te contacte?
Sí me gustaría, porque algunos tienen una historia súper interesante, una historia que en realidad es muy parecida. Además, son bien poéticos, lo cual a mí me sorprende. Estoy pensando principalmente en México, no tanto en Chile. Pero en México tienen unas figuras poéticas muy locas. Por ejemplo, un sicario, en un momento, decía que le llamaba mucho la atención que cuando mataba a alguien, veía una mirada diferente que no había visto nunca. Era una mirada especial de alguien que sabía que iba a morir. Y él, todas las noches, pensaba que tal vez, al día siguiente iba a ser él quien diera esa mirada.
¿Por qué crees que se da esa cercanía con la profundidad del arte o la poesía?
Yo creo que tiene que ver con que los narcotraficantes saben que tendrán una vida más corta. Porque las reflexiones son distintas para alguien que está constantemente enfrentado a la muerte. Por ejemplo acá, los chicos que están más vinculados al tema del narco, tienen un discurso que, por una parte, es un poco más neoliberal, que habla de tener acceso a cosas. Son súper críticos socialmente, tienen muy claro el panorama político, cosa que los mexicanos no tienen. Los mexicanos tienen una profundidad diferente en la forma en que usan el lenguaje, incluso si estamos hablando de personas completamente sin educación. Pero yo creo que tiene que ver con el cómo van a morir. Hacen unas reflexiones que nosotros, los que no estamos expuestos a la muerte, no hacemos o no alcanzamos a hacerlas.
En algún minuto, los cárteles lograron ganarse el apoyo de la gente, como ocurrió con Pablo Escobar donde el narco terminó siendo incluso más poderoso que los políticos. ¿Por qué crees tú que en Chile ese apoyo no se ha dado?
Yo creo que se dio en algún momento, o se podría haber llegado a dar, si es que, tal vez, una persona como el Cabro Carrera estuviera vivo en este momento. Sería muy probable que estaríamos hablando también de una gobernanza criminal, donde el narco, los grupos criminales, reemplazan al Estado, porque son paternalistas y dan ayuda. En México, para la pandemia, aunque el Chapo ya está encerrado en Estados Unidos con cadena perpetua, varios de los hijos llevaban cajas de víveres con la cara del Chapo estampada.
Acá con los cabros jóvenes no hay eso, se perdió por completo. Ahora, ya nadie quiere a los narcotraficantes porque son violentos, agresivos, gente prepotente, tratan mal a los vecinos. Hoy lo que están haciendo muchos narcos es poner cámaras mirando hacia la casa de los vecinos en las poblaciones, para vigilarlos constantemente, que no los vayan a acusar. Están invadiendo su intimidad. Claramente en Chile no hay ningún tipo de gobernanza criminal ahora.
El actual gobernador de Santiago ha señalado en varias ocasiones que “la guerra es contra el narco”. ¿Qué opinas de esta estrategia ?
La guerra contra el narco nunca ha funcionado en ninguna parte del mundo. En realidad, solo sirve para esconder otros intereses y violaciones de derechos humanos. Usar la violencia o el Ejército contra ellos puede empeorar las cosas, especialmente para la gente común que queda atrapada en el fuego cruzado. Lamentablemente, lo que ha funcionado no son estrategias a corto plazo, pero sí a mediano. Las estrategias que más funcionan contra el narcotráfico son las culturales. La comuna 13 de Medellín es un gran ejemplo. Esa comunidad tomó un espacio que estaba gobernado plenamente por la guerrilla entre el narco y los paramilitares e implementaron estrategias artísticas y culturales que posicionaron ese lugar de Colombia de una manera diferente frente al mundo. Lo hicieron a través de los grafitis, porque les hacía sentido a los colombianos ya que tenían grandes artistas visuales urbanos. Entonces, se adueñaron de las calles y empezaron a pintar con murales toda la comuna 13. Eso implicó que, además, hubiera un cambio constante, porque ese mural estaba una semana, y luego se pintaba uno de otro artista. Todos estaban involucrados. Todo ese trabajo generó un montón de turismo y también propició que el gobierno, a pesar de toda la violencia que había tenido esa comuna, pusiera escaleras mecánicas para que los turistas llegaran hasta los cerros a ver el arte que se hacía.
¿Crees que hoy en Chile funcionaría una estrategia cultural contra el narcotráfico?
En Chile tenemos una gran posibilidad de hacerle frente al narcotráfico con la música urbana. Hay músicos a los que les interesa y hay muchísimos jóvenes a los que les gusta, son talentosos y que se quieren volver cantantes, no por nada tenemos el consumo per cápita más grande de música urbana en el mundo. Pongámoslo en las calles, un circuito cultural, por ejemplo, de música urbana chilena, y se posiciona ese lugar desde el turismo. Eso implica también una estrategia turística importante. Hay que aliarse con las agencias turísticas. No me parece una estrategia tan descabellada.
La narcocultura es lo peor de nuestra sociedad, ya que refleja las desigualdades y precariedades de las infancias, de los niños abandonados sin ninguna oportunidad. Esta cultura explota esas vulnerabilidades, ofreciendo una falsa promesa de pertenencia y protección, pero realmente es destructiva. La música urbana, sin embargo, no es parte de la narcocultura. Es una crítica al sistema y tiene un mensaje inteligente y social. El cantante no creció en la narcocultura, ni lo hace porque quiere, sino que es una obligación que tiene que hacer, porque si no se va a morir. O sea, pensemos, Lucerito, también ha ido a cantarle a los narcos, Mijares ha ido a cantarle a los narcos, Juan Gabriel. Hasta Frank Sinatra, si lo llevamos a la mafia italiana de Estados Unidos.
¿Crees también en las estrategias académicas, donde se aborde el tema desde las escuelas?
Soy súper partidaria de hacer más talleres respecto a masculinidades. Creo que la educación es súper importante. Una cosa que están haciendo en México es que los profesores hablan con los niños en edad escolar respecto a los productos como el narcocorrido o las narcoseries. Les ponen un pedacito de la narcoserie o de la canción, y les dicen: "¿Qué pasa con este niño?, ¿Por qué crees que esta persona quiere volverse narco?, ¿Por qué crees que esta persona es narco?, ¿Qué valores sociales hay asociados?, ¿Hay cosas positivas?, ¿Qué cosas negativas hay?". Se hace un trabajo también desde la escuela con nuestra ficción, que es algo que acá tapamos y cuestionamos mucho también desde las letras del trap o cualquier otro tipo de música urbana. Si un cantante llega a mencionar algún tipo de droga, trabajo sexual, o cualquier cosa que sea tabú en Chile, se castiga muchísimo. ¿Cómo vamos a llegar a una solución respecto a un problema si ese problema no se pone sobre la mesa y se discute con la seriedad que merece?.
¿ Qué opinas de las leyes que se han impulsado en Chile para prohibir o regular elementos de la narcocultura como las series, la música o los narcofunerales?
Me parece que también estamos prohibiendo una parte importante de inteligencia que se hace en ese lugar, que es algo de lo que se habla poco. Pero los narcofunerales han servido muchas veces para que la policía se infiltre y los vea y sepa exactamente quiénes son. Han habido operativos sumamente exitosos en los que han atrapado a criminales importantes, a narcotraficantes líderes, gracias a esos rituales. Se olvida que eso existe. Porque es más fácil decir “hay que eliminarlo todo”, cuando no estamos pensando con inteligencia.
Creemos que las soluciones son censurar, prohibir, sacar a los militares a la calle. Pero no es la manera. Hay otras estrategias que son mucho más silenciosas y que en Chile sí han dado muy buenos resultados. Lo que gana es la inseguridad que siente la gente, el miedo.
¿Qué crees que falta en la política chilena para enfrentar mejor el narcotráfico?
El problema es que hay una desconexión completa entre la gente que trabaja el tema. Por una parte, están los políticos haciendo su propio programa, pero que no tiene nada que ver con lo que está pasando en el mundo académico, ni mucho menos con lo que está pasando en la calle. O tenemos a los académicos pensando que los políticos no tienen ni idea de lo que está pasando en la calle, pero ellos tampoco tienen ni idea de lo que está pasando a nivel político. Entonces, nos falta esa unión entre los tres Estados para poder realmente hacer algo valioso. Porque nadie puede trabajar solo.
Hace unos meses fui a un Seminario de Seguridad en Valdivia. Era inteligentísimo el plan, porque la idea fue justamente mezclar en temas de seguridad a los académicos, políticos y los consejos vecinales para que conversemos. Los políticos, ¿crees que fueron? No estuvieron. Dieron su ponencia y desaparecieron. La alcaldesa estuvo, pero fue la única. Es una temática de punta de lanza. Hacen campaña de la seguridad siempre y quién más promete seguridad se lleva más votos. Es ridículo que se haga este esfuerzo de juntar a estos tres Estados y que no vayan quienes toman las decisiones. Pareciera que no hay voluntad de interrelacionarnos. Se busca trabajar solo y llevarse el premio de "yo combatí la narcocultura". Es una estupidez porque nadie puede combatir la narcocultura solo.
Finalmente, proyectos para el futuro. ¿En qué estás?, ¿En qué vas a estar?
Estoy escribiendo ahora una crónica sobre cómo ha cambiado la ciudad respecto al narco. A nivel de urbanismo, por ejemplo, lo que les contaba de las cámaras. Antes, en una población había solo casas de un piso y ahora son casas de cuatro pisos. Eso me interesa, cómo ha cambiado a nivel urbanístico, porque tiene que ver con toda la experiencia sonora de la ciudad, que ahora escuchemos música urbana, que podamos escuchar las balaceras, los fuegos artificiales, es también un cambio a nivel identitario.