Francisca Millán: “La ley no es neutra, tiene género y es el masculino”
Diariamente vemos casos de violencia sexual hacia mujeres. Algunas cuentan su historia por redes sociales y otras denuncian a su agresor en la justicia institucional, pero muchas veces queda en nada. Para hablar de esta impunidad en los delitos sexuales, Francisca Millán, abogada de AML Defensa de Mujeres, visitó nuestro Superciudadanos.
Cuando hablamos de delitos sexuales, muchos son los casos conocidos donde las denuncias no llegan a formalizar al agresor. También los casos donde las mujeres no confían en la institucionalidad y cuentan su relato por redes sociales, a la vez son requeridas por sus agresores por calumnias o injurias, o por dañar su honra.
Francisca Millán, abogada de AML Defensa de Mujeres, determina esto como el vía crucis de las mujeres y niñas en delitos de esta naturaleza. Y explica que no se habla de violencia de género para hacer la diferencia entre hombres y mujeres sino porque estos delitos ocurren de una forma especial. “Se verifican de una forma determinada, tiene agresores definidos y se caracteriza de una manera específica el delito”, menciona.
Primero que todo, explica la abogada, existe una barrera social que se interpone en el camino a tomar la decisión de denunciar; muchas se cuestionan si efectivamente fueron víctimas. Luego, las que superan esta primera barrera, al ir a denunciar a Carabineros, PDI o Fiscalía, se topan con un operador no tecnificado que no está capacitado en estos casos. Esto, según Francisca Millán configura un terreno para que se decida a partir de los propios sesgos de género e historia de vida, si es que la denuncia que llega, es admisible.
Aquí la abogada es enfática. “Ningún operador encargado de recibir denuncias puede decirle a la víctima ‘oiga, sabe que esto no es delito’ porque eso es una decisión judicial”, menciona. Y señala también que esto alimenta la impunidad, ya que muchas mujeres tras conversar con este operador se devuelven a su casa y no hacen la denuncia.
Estas mismas mujeres, al no encontrar un resguardo en la institucionalidad, a los años deciden recurrir a otros métodos, como la funa, para acusar a su agresor; pero luego son denunciadas por estos mismos. “Evidentemente las mujeres preferirían tener un sistema que recoge tu denuncia y que la tramita en vez de publicarlo en Facebook con la exposición que significa, pero es un síntoma de la impunidad”, menciona la abogada.
Francisca explica que la funa se ha vuelto una forma de ajusticiamiento social respecto de esta impunidad, pero que tal como hay funas en masa, hay querellas de injurias y calumnias y recursos de protección por el derecho a la honra en masa. Y menciona que la institucionalidad sí se pronuncia respecto de que una persona no tiene derecho a la autotutela, pero que no ha sido igual de enfática en definir qué es una calumnia. Cuando, en realidad, estos casos no se desestiman por falsedad sino por falta de comprobación, que no es lo mismo.
La abogada explica que, debido a esto, las mujeres se ven atrapadas. No pueden denunciar a través de la institucionalidad pero tampoco fuera de ella, y a la vez son denunciadas por sus propios agresores si lo hacen. Por lo que se pregunta si el sistema realmente estimula a denunciar o desincentiva a hacerlo.
“La ley y la institucionalidad no es neutra, tiene género y es el masculino, porque la autoridad se encarga de emitir una voz de autoridad diciendo ‘usted no lo puede hacer’ pero esa voz es solo hacia las mujeres y una limitación a su verdad. No se dirige hacia los agresores para decirle ‘usted no abuse del sistema para silenciar a sus víctimas, y esa es la voz que debiera escucharse con más fuerza”.
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