[Concurso] Daniela Vega: "Espero que otros no lleven las mismas cicatrices que yo"
“Rebeldía, resistencia, amor” es el primer libro de Daniela Vega, que se lanza este martes 26 de noviembre en Polvo Bar de Vinos. Este lunes visitó #CaféConNata para conversar sobre el proceso de escribir un relato autobiográfico tan íntimo y sus próximos proyectos. Concursa por un ejemplar.
Después de protagonizar “Una Mujer Fantástica”, la primera película chilena en ganar un Óscar, Daniela Vega grabó la serie chilena “La Jauría”, estrenó este año “Tales of the City” en Netflix, y estuvo varios meses viviendo en Italia, donde filmó junto al director Lamberto Sanfelice.
Este martes lanza su primer libro titulado igual que su frase célebre, esa que se repitió como viral en su momento y que hoy se encuentra en rayados de la ciudad. “Rebeldía, resistencia, amor” es una autobiografía que comenzó a escribirse en aeropuertos y hoteles, primero en poesía y después en prosa.
Daniela nació en 1989 en Santiago. “Rebeldía, resistencia, amor” comienza con una infancia noventera, en un Chile con programas como Videoloco, Buenos Días a Todos y con figuras como Cecilia Serrano y Bernardo de la Maza en la tele. El libro abarca desde una adolescencia atravesada por el deseo de descubrir un secreto que -según ella- “sabía que tenía, solo que no sabía dónde”, hasta el proyecto de “Una Mujer Fantástica” que la llevó a la ceremonia más importante de la industria del cine.
“Tu prendías la tele y veías a Patricio Bañados hablando en “El Mirador” acerca de esta gente rarísima, mujeres de la vida que alguna vez fueron varones, que vivían en las esquina como gárgolas pretendiendo encontrar presas. Eso era lo que yo veía del mundo trans cuando yo era chica. Era todo puesto en una especie de ‘Museo de lo Freak’, no en un espacio de dignidad que se negó”, contó esta mañana en #CaféConNata.
La familia de Daniela fue, según cuenta, fundamental en el proceso de encontrar una identidad y elegir quién quería ser. Cuando tenía 14 años, en un almuerzo, sus papás la increparon porque “conocían personas gay pero nunca ‘tan gay (como ella)’”. En ese momento les dijo que no se sentía gay, sino que se sentía una niña, una mujer. La respuesta fue un silencio. Sus papás le dijeron que necesitaban pensarlo y entonces se fueron a la playa todo un fin de semana. Cuando regresaron, le dieron una cajita de regalo. Adentro había un set de maquillaje. “Sentí que terminaba mi infancia, que mi secreto, mi pecado original, se resolvía con un simple gesto de amor”, cuenta el libro.
El libro, que salió a principios de noviembre, la mantuvo en la enorme disyuntiva de si lanzarlo o no, en un momento donde la atención se centraba en el despertar social. Más o menos hace un año, Daniela le escribió una carta a Arlén Aliaga, la primera estudiante trans del Liceo 1, donde le dijo: “no se puede ser rebelde sin antes ser digno y la dignidad no es una fe, es un derecho”.
“Esa frase que escribí hace tiempo me resuena porque hoy hablamos de rebeldía y dignidad, pero para rebelarse uno debe entender que hay espacios de dignidad que fueron negados, por eso estamos juntos ante estas demandas que tenemos, nos encontramos en las marchas y nos hemos hecho cariño a pesar de la nebulosa del lacrimógeno. Esa resistencia es la que evita el conflicto y expone lo que nos falta para entregárselo a los que vienen. Yo sé que las cicatrices que llevo no se me van a borrar y las llevó como parte de mí, y espero que no sean otros los que lleven las mismas cicatrices que yo”.