Ana Montes, escritora argentina: “Siempre he sido bastante persistente con mis obsesiones”

Foto por: Pau Schrott

Ana Montes (Buenos Aires, 1992) es escritora y pintora. Ha desarrollado una obra literaria que explora la complejidad de los vínculos, las mujeres y la maternidad. Autora de Poco frecuente y Meditación madre, publicado en Chile por la Editorial Neon durante este verano. “Una nunca sabe cómo va a ser la lectura de tu libro en otro lugar. Y para mí, Meditación madre era demasiado argentino para otro país”, dice la autora en esta entrevista realizada por Catalina Hernández.

Por Catalina Hernández

¿Sentiste que tanto acá como en Argentina hubo una lectura común de Meditación madre, en particular sobre la maternidad? 

Totalmente. Una nunca sabe cómo va a ser la lectura de tu libro en otro lugar. Y para mí, Meditación madre era demasiado argentino para otro país. Me intrigaba saber cómo se iba a interpretar en cada lugar. Pero venía leyendo bastantes libros de maternidad latinoamericanos que me gustaban mucho. Por ejemplo, "Línea negra" de Jazmina Barrera, que es mexicana. Me parecía que resonaba mucho con una experiencia de maternidad argentina. Había algo transversal en la experiencia de ser madre en Latinoamérica.

Me encantó lo que dijo Juana Casas en su texto para la presentación del libro, que la maternidad es algo ancestral, que cruza fronteras. No importa tanto el país o la época, es una experiencia que trasciende. Pero claro, cada cultura es un mundo, y en Meditación madre también hay una parte de la historia que es muy argentina, como los paisajes: la costa atlántica, las sierras... Son lugares muy específicos. Caminando con amigas en Chile, hablábamos de que en Argentina nunca se ve el horizonte como aquí. En Buenos Aires, por ejemplo, siempre estás atrapado entre edificios o en una planicie interminable, lo que da una sensación de asfixia. Y creo que esa sensación está muy presente en el libro y que también podría influir en la experiencia de la maternidad y de la vida en general.


¿Cuál es tu relación con la literatura? ¿Cómo nace y se desarrolla en tu vida?

Creo que fue desde siempre. Crecí en una casa rodeada de libros. Mi papá es editor y mi mamá es psicoanalista, así que siempre hubo muchos libros en casa. Era algo natural. Siempre leí mucho. Era parte del entorno en el que crecí. Siempre escribí. A los ocho años gané un concurso de cuentos. También siempre pinté. Eran formas de entender el mundo. Leer, escribir y pintar fueron mis maneras de habitar la realidad, con el tiempo, la escritura tomó un carácter más profesional.

¿Tus papás también tenían relación con la pintura?

Mi papá colecciona cuadros, así que mi casa tuvo muchas pinturas. Era algo muy natural para mí. Siempre viene a mí, una imagen de mi infancia: en el 2001, debido a la crisis en Argentina, mi papá tuvo que vender muchos cuadros y quedaron los agujeros en la pared, la pintura blanca con esas marcas de los cuadros que ya no estaban. 

¿Qué es lo que más te gusta pintar?

En general, siempre me han interesado los mismos temas: los interiores y las mujeres. Estudié con distintas personas, probé diferentes técnicas. De más joven intenté un estilo más realista, pero después me di cuenta de que no era lo mío y lo solté. Siempre he sido bastante persistente con mis obsesiones. De niña dibujaba muchos gatos, y hoy los sigo pintando.


¿De dónde nacen esas pequeñas obsesiones que se reflejan en tu escritura? Pensando, por ejemplo, en el agua, un tema recurrente en Meditación madre. 

Lo del agua apareció de una manera bastante inconsciente en el libro. Después me di cuenta de que estaba en casi todos los relatos y empecé a pensarlo más. Creo que tiene que ver con mi infancia y con mi relación con los paisajes. Pasé muchos veranos en la costa atlántica y siempre me impresionó el mar, su inmensidad, su movimiento constante. Además, el mar está presente en mis recuerdos familiares, en los viajes y en la sensación de estar a la orilla de algo, observando lo que viene y lo que se va. Con el tiempo, el agua también se convirtió en una metáfora. En el libro, aparece vinculada a la maternidad, al cuerpo y a los cambios. Es un elemento que se transforma, que fluye, que a veces abruma y otras veces calma. Me gusta pensar que el agua es un espacio de transición, y que la literatura también lo es.

Has mencionado que la cama es un lugar donde te resulta cómodo escribir. ¿Qué hace de la cama un espacio ideal para la creación?

Me encanta escribir en la cama y pensarlo, etc. Pero sí, pero hay una mezcla que me parece como super interesante de desarrollar que es la mezcla de productividad y descanso, ocio y creatividad. De hecho, en el libro está tematizada un poco la dificultad de esta época para descansar. Hay un cuento que se llama "Un cuerpo más grande", que trata de una chica que se va a descansar a un spa, supuestamente tiene que pasarla bien y estar en el ocio, pero no puede desconectarse de su computadora y de estar neurótica. No puede estar en esa sintonía de descanso y de remojo cerebral. 

¿Crees que es algo generacional buscar ese espacio?

Me parece que hay algo muy de esta época, que es muy difícil realmente no hacer nada. Creo que también somos una generación del sobreempleo, de tener mil trabajos, mil cosas que estamos haciendo hasta las doce de la noche. Entonces, bueno, el tiempo para escribir, al menos en mi caso, es muy limitado. Entonces, siempre la escritura es muy entrecortada y por eso yo creo que se traduce en lo formal, en una escritura muy fragmentaria, muy breve y apurada. No reniego de eso porque me gusta, pero bueno. Creo que es como decíamos, que el paisaje condiciona la subjetividad, que la contemporaneidad, así tan apurada, también condiciona la escritura de una manera muy clara. Pero bueno, sí, creo que en una vida tan apurada y tan exigente, la cama es como un gran refugio para descansar. Y a mí se me da muy bien escribir desde ese lugar de reposo, pienso, "Bueno, al fin tengo un momento para estar en horizontal" y me pongo la compu encima y escribo. No sé, funciona.  También se me ocurren muchas cosas en la bicicleta y a veces me mando notas de voz en el semáforo. Eso es lo que digo, que me parece que es muy contemporáneo. Como que nunca las cosas están divididas, ¿no? No hay un momento de creatividad y otro de productividad, es todo junto todo el tiempo. Y también me parece que es algo muy de la mujer, muy femenino eso del multitasking total. Estás haciendo una comida para un niño y estás trabajando, escribiendo y haciendo todo junto: tareas domésticas, creativas, de trabajo, todo mezclado.

Las chicas y el vino derramado, 2020 / Acrílico sobre tela / 28x37 cm


¿Tienes una biblioteca propia o la compartes?

No se mezclan las bibliotecas para mí. Me lo enseñó mi abuelo antes de morir. Mi novio lee mucho también, porque es cineasta y tiene muchos libros, y fue librero antes. Entonces, en mi casa hay muchísimos libros, pero cada quien tiene su biblioteca. Tenemos muchos libros repetidos, es ridículo. Pero no me importa. Yo presto muchos libros, me encanta prestar libros, pero vuelven. Me parece que la biblioteca propia es como el cuarto propio, ¿no? Es clave. Es como el mapa de las lecturas para siempre. Yo subrayo mucho los libros, y me gusta volver a esas ideas. Es como un lugar al que volver siempre. No solo el libro, sino los subrayados, donde está ese mapa de lecturas. Yo tengo en Argentina un colectivo de amigas escritoras que somos tres, que se llama "Una isla", con el que hacemos performance de lecturas. Hacemos guiones para muestras en museos y galerías, o en distintos lugares. Usamos mucho los subrayados personales. Y no es que vamos diciendo de quién es lo que leemos, sino que se hace un guion tejido de distintos libros. Para eso es vital mi biblioteca, mis subrayados.

Para terminar, recomiéndanos un libro y un disco 

Acaba de salir un libro en Chile, es novedad de diciembre, y es de un escritor argentino que se llama Ruth de Adrián Ariza. Es muy bueno, con un personaje entrañable. La sensación que me dejó después de leerlo fue parecida a la que me dejó Poeta chileno de Zambra. Es como una sensación de extrañar mucho al personaje. Realmente les recomiendo mucho que lo lean, salió por Seix Barral, y ya lo vi en librerías. La verdad es hermoso. Lo terminé de leer en la playa llorando pero a mares, ¿viste cuando no podés parar y decís qué me pasa? Así. Y un disco, el Estaciones de Rosario Bléfari 

Ana Montes actualmente trabaja en una novela sobre la pintora argentina Emilia Gutiérrez. Como artista visual, ha participado en múltiples exposiciones y es representada por Galería Amistad. En redes, se la puede encontrar como @hanmontes.