Blanca Lewin: "Muy poca gente quiere financiar espacios culturales en nuestro país"-+
Blanca Lewin es una artista comprometida con la cultura. Aunque es conocida principalmente por su trabajo actoral, hoy tiene un rol importante como comunicadora. De hecho, en agosto cumplió 25 años trabajando en la radio y culminó con la conducción del programa Hora 25 en NTV, que el viernes recién pasado cerró sus transmisiones tras decisiones directivas.
En esta entrevista, conversamos sobre su trayectoria, la importancia del arte en nuestras vidas y el inevitable paso del tiempo, ahora que cumplió 50 años, los que celebró recordando una flamante época de DJ, la que partió en 2002 pinchando cd’s y tuvo momentos célebres como los 20 años de Sangre Eterna en la Blondie.
Texto: Arlette Cifuentes / Fotos: Catalina Hernández
¿Te gustó volver a las pistas?
Me gustó. Cuando Araya (director y co fundador de Super45 FM) me había invitado antes, yo pensé que no, no era mi lugar, él por ejemplo, mezcla con vinilo, muy elegante y yo muy amateur, pero eso me duró hasta que empecé a buscar un espacio para celebrar mi cumpleaños y todo era carísimo. Entonces me ofrecieron sumarme a esta fecha con ellos y me pasaban toda la sala. Podía recibir gente antes e incluso meter una banda. Me ahorré cantidad de dinero y lo pasé muy bien. Eso sí, tuve que aprender a usar los programas y máquinas de ellos, que no había visto nunca. Lo disfruté igual y creo que quedaron contentos. Así que feliz si me suman otra vez.
¿Qué significó para ti cumplir 50 años?
No tanto. Esas crisis de cambio de folio me pasan antes de cumplir los años, los 38 o los 49. Ahora, claro, mi cumpleaños va acompañado de reflexiones, caídas y pequeños fracasos recientes. También me pasa una cosa hormonal. Todavía no me llega la menopausia, pero sí noto intensidades emocionales, que quizás son sintomáticas de la edad que tengo.
Cuando caché que iba a cumplir 50, no pensé “50, la mitad de la vida”, porque la mitad de mi vida pasó hace 15 años. Esa sensación de empezar el tercer tiempo es súper misteriosa porque no sé cómo la quiero vivir. Una se siente incomprendida a esta edad a veces, pero sé que ésta es la vida que tengo ahora y que eso puede cambiar. Y la verdad, yo estoy abierta a que esos cambios ocurran.
Actúas, crías, conduces programas, entrevistas y haces recomendaciones de lecturas en tus redes sociales e impactantemente, además… ¿escribes?
Escribí mucho tiempo columnas en El Periodista y en otros medios. Después dejé de escribir, pero es algo que estuvo dentro de mis intereses de siempre. Empecé a hacer otras cosas al mismo tiempo. Me metí en el teatro, en el cine, en todo. Después empecé a hacer radio. En ese momento sentí que a mi gremio actoral les costó aceptarme, porque encontraban que hacía demasiadas cosas, lo que era bacán, pero decían que nunca iba a llegar a ser una buena actriz, porque estaba con la energía muy dispersa. Hacer muchas disciplinas tiene un valor que no tenía en ese entonces, ahora he demostrado que sí se puede.
El próximo año la película En la cama cumple 20 años de su estreno, ¿qué significa ese rodaje para ti y qué impacto crees que tuvo en su momento?, quiero destacar igual tu corte de pelo que fue tendencia en esos años.
(Jajaja), mis cortes de pelo eran súper funcionales a los trabajos que yo estaba haciendo, mi pelo es parte de mi instrumento. Para En la cama la chasquilla corta fue porque la necesitábamos, en una película donde había escenas de sexo, harto movimiento y todo, no se me podía tapar la cara. Igual debo decir que si me hubiera llamado cualquier otro director a hacer esa película ni siquiera hubiera leído el guión, habría dicho que no. Con Matías Bize me sentía segura de que iba a estar en un lugar cuidado. Eso era importante, porque igual yo era pudorosa.
Pero esa película significó por un lado, sentir que tenía un cuadradito en el tablero de ajedrez, porque recibí muchos premios alrededor del mundo. Después de que mi gremio decía que no lo iba a lograr por dispersa, por primera vez me sentí validada por mis pares. Hubo muchas y muchos que realmente se conmovieron frente a ese trabajo y por otro lado, significó decir “yo no muestro nunca nada más”, porque de ahí para adelante me empezaron a contactar directores solo para ese tipo de trabajos.
La verdad nunca me ha preocupado el tamaño del personaje o la cantidad de escenas que tenga. Pero una vez me llamaron para un personaje cuya única función era hacerle un felatio a uno de los protagonistas y nada más. Tuve que decir muchas veces no. Me calificaron como la actriz que se empelotaba y luché harto contra eso, hasta que salí como María Luisa Bombal. Afortunadamente nunca en ese periodo me faltó trabajo.
¿Cómo sentiste el término de Hora 25, después de haber trabajado casi un año en el programa?
No quisiera ver esto como el fin de Hora 25, sino más bien como el fin de esta temporada. Nunca se sabe qué es lo que pasará el próximo año, hay otras personas que ven temas de presupuestos, que presentan proyectos, no sabemos si este proyecto va a ser presentado, tampoco si va a ser aprobado. Todo eso depende de muchas cosas.
¿Cuál es tu pronóstico y opinión con respecto a las dificultades internas que ha tenido TVN en la creación de contenidos culturales?
Respecto de la crisis de TVN y de cómo le ha costado salir de las deudas y sobre los proyectos culturales, yo creo que eso no tiene que ver únicamente con el canal, que sí tiene una misión de televisión pública, pero al ser autofinanciado es muy difícil porque muy poca gente quiere financiar esos espacios culturales en nuestro país, razones hay miles, podemos hablar desde nuestra idiosincrasia hasta qué es lo que importa a la hora de la contingencia. Es un tema infinito, pero creo que vamos a seguir siendo un país muy pobre culturalmente mientras no seamos capaces de que exista permanentemente el encuentro entre las audiencias y artistas en espacios en que podamos identificarnos, en que podamos debatir y conversar sobre nosotros, sobre los temas que nos mueven para un lado o para otro. Creo que estar de acuerdo también ocurre cuando nos ponemos en el lugar del otro y eso es algo que el arte siempre logra desde su particularidad.
¿Cuáles son tus proyectos a futuro?
Tengo mi proyecto literario súper parado, cuando pueda lo voy a terminar. Ojalá vea la luz pronto ese librito de cuentos. Además, estreno una película en noviembre que se llama Patio de Chacales. Es la ópera prima de Diego Figueroa. La protagoniza Néstor Cantillana y lo secundamos yo y Juan Cano, que es un actor que está empezando, me cae demasiado bien, es lo máximo. Aparte, es bacán trabajar con él y con Néstor. El director también es montajista. Entonces, yo creo que puede ser una película que va a sorprender.
Recomiéndanos algo en cine, música y literatura:
Hay una película muy linda, pero que es imposible conseguir, el director se llama Isaki Lacuesta y la película se llama La leyenda del tiempo. Debe tener 15 o 20 años, pero es hermosa. Es de las primeras películas que vi que mezclaba ficción y documental. Son dos historias que tienen en común el paso del tiempo.
Un libro de una autora alemana que se llama Mariana Lecky. Lo encontré hermoso, entretenido, amigable, fácil de leer. A la vez profundamente filosófico, lleno de personajes, demasiado entretenido. Se llama El día que Selma soñó con un okapi.
Y de música, me pasó que el año pasado descubrí un cantautor irlandés cuando él tenía tres canciones e iba a lanzar un disco que era imposible de conseguir en Chile. Al final, un amigo que fue a Londres me lo trajo de regalo. Se llama Grian Chatten. Investigando caché que era vocalista de una banda que se llamaba Fontaines D.C, escuché la banda y encontré que era igual a ocho mil bandas. Pero ese disco me encantó, el Caos for the Fly.
No se me puede olvidar la banda que invité para mi cumpleaños: Floresalegría. Héctor Morales una vez la puso en su historia de Instagram y como tenía tiempo -era pandemia-, la escuché y me conecté inmediatamente con esa música noventera y sus letras. Pasó el tiempo en mi vida y se volvieron premonitorias. Fue heavy, me acompañaron durante todo un proceso que en el fondo me estaba preparando para otro que venía.