Lina Meruane por "Coloquio de Quiltras": "En este libro me propuse contestar los miedos de las terfas"
La "perredad" le permitió jugar con la idea de que al identificarnos de maneras más amplias, podemos empezar a identificarnos con otras especies, pensar y hablar desde esa perspectiva. Con este recurso literario, la escritora reflexiona en torno a los feminismos en su último ensayo, del que nos cuenta más en esta entrevista.
Por: Natalia Figueroa
Lina Meruane actualmente reside en Madrid y viaja frecuentemente a Nueva York y a Santiago. Con cinco horas de diferencia, hacemos una entrevista virtual en la que se muestra muy sencilla y desenvuelta. Hace algunas semanas participó en el Festival de Literatura Latinoamericana KM América, en Barcelona. Entre tanto, tuvo una mudanza. Ha sido un tiempo un poco caótico.
Durante el último año, ha publicado cuatro libros, tres ensayos y uno de cuentos. Entre ellos se encuentra “Coloquio de Quiltras”, publicado por Penguin Random House, un ensayo feminista de ficción que "se coló" en sus planes literarios para este año. "Salió a toda velocidad", reconoce.
En un libro con un tono "picaresco" e "irónico", Lina investigó sobre las razas de perros con expertos, lo que le dio a su obra un lenguaje cuidadoso en torno a los canes y donde además, convergen distintas voces del feminismo. En este periodo, la escritora ha ido "reformulando" su posición dentro del feminismo, utilizando sus textos como una manera de ir descubriéndose a ella misma en estos procesos creativos.
Para el ensayo hiciste un trabajo muy interesante con el lenguaje canino, sobre las razas y las clases de perros, una manera de presentar estas tensiones y cruces dentro del feminismo, ¿por qué decidiste ocupar este recurso?
Soy una escritora que le pone mucha atención a la lengua porque pienso que las palabras son una manera de identificar ciertos lugares de raza, clase y género. Hago un trabajo muy cuidadoso del lenguaje. Cuando empecé a escribir, me interesó la manera en que Miguel de Cervantes escribió su “Coloquio de los Perros”, un texto incluido dentro de las novelas ejemplares. Es una obra picaresca que trata de dos perros callejeros mal vividos, que han tenido muchos amos, se han escapado, y les ha pasado de todo. En ella, los perros cuentan sus aventuras. Me parecía muy interesante este gesto cervantino, presente también en otros lugares de su obra, de rescatar un sujeto popular, en este caso, estos perros, a los que se les da el habla tal vez solo por una noche. Me fascinó el soporte de la ficción para hablar de otras cosas.
Siempre me ha parecido que la ficción no se escapa de la realidad, sino que habla de la realidad de otra manera. Por eso, me pareció muy atractiva la idea de que me invitaran a dar unas conferencias y usar el soporte de la ficción para ir hacia otros lugares y pensar en otras cosas. A veces, cuando uno cambia el rumbo y cambia el lenguaje, se permite realmente pensar en otras cosas y de otra manera
Entonces, la Quiltra y la Chucha me permitieron ir entrando en una serie de cuestiones que hasta el momento de la escritura no había pensado. Había querido hacer un texto trasatlántico, entre Chile y España, mediado por las problemáticas y tensiones de la lengua, y un texto trasgeneracional. Mi personaje, la escritora española Luna Miguel —ella no escribe, pero me presta su nombre—, es una feminista joven, menos recatada. Por otro lado, esta quiltra vieja, Lina Meruane, que también es un personaje, se acerca más a mi propia educación de feminista vieja, más recatada, más tapada, más preocupada por poner el cuerpo como objeto de deseo masculino.
Estaba pensando realmente en eso, pero al hacer que este diálogo no fuera entre dos personajes humanos, sino entre dos perras, me pregunté: ¿por qué son perras? Esto surgió a propósito de un comentario de un amigo mío, crítico, quien, sin saber que estaba escribiendo esto, pero al contarle del encuentro con el “Coloquio de Cervantes”, me dijo: "ah, pero esto de que las perras hablen". Y pensé: "sí, en realidad, ¿por qué las perras hablan?". Gracias a este comentario, un poco al paso, pensé que estas no son "perras perras", sino que son "perras trans", y eso me permitió pensar en un diálogo transespecie, entre lo humano y lo canino, que podía permitir esa conversación.
Ya habías publicado otros ensayos o textos más híbridos con temática de género y feminismo, como “Contra los Hijos” (2014), ¿en este caso qué reflexión literaria quisiste que surgiera de este texto?
En términos literarios, algo que para mí siempre ha sido muy importante es pensar la literatura como un espacio de gran libertad, no necesariamente de libertad para insultar, sino que de libertad para pensar una serie de temas. Una de las cuestiones que me parece muy importante para pensar, liberada ya de la necesidad de ser realista, era la posibilidad de que podamos estar yendo siempre a contracorriente en los feminismos, siempre estar poniéndonos a prueba en nuestras ideas, en nuestra forma de escribir y de hablar sobre las otras, los otros y les otres. También, en pensar en este gran problema que es “la cancelación”, de que no tenemos oportunidad o que estamos desvalorizado la posibilidad del diálogo, incluido del diálogo tensionado, estamos cayendo en la respuesta fácil de la cancelación, es decir, de cierre el lenguaje, del cierre del intercambio, del cierre de la tensión que puede generar una discusión y un debate. Entonces, así como “Contra los Hijos” es un alegato por las maneras en que se ha instaurado la hijedad en nuestra cultura, “Coloquio de Quiltras” es un alegato contra la cancelación y a favor de la refutación de las ideas.
Eso literariamente es importante para mí porque este libro sigue siendo un ensayo, un ensayo-ficción pero su alma es ensayística. Su deseo es la discusión de una serie de ideas, y me parece importante hacer eso desde la libertad que permite el juego ficcional en este texto.
Boom de escritoras
Citas a varias autoras contemporáneas, Camila Sosa Villada, Gabriela Wiener, Luna Miguel, que es uno de los personajes, ¿crees que actualmente hay un “boom” de las escritoras?
Precisamente en este texto recuerdo una conversación colectiva que ha habido entre las escritoras más viejas como yo y las jóvenes de las que se las ha inclinado a participar de un nuevo “boom” de escritoras o del “baby boom” o del “Big Bang”, una serie de categorías para nombrar. Se ha vuelto evidente que hay una o dos generaciones de escritoras muy potentes que están dando mucho de qué hablar porque su literatura es poderosa y presenta temas refrescados por la mirada contemporánea de las mujeres.
Sobre ese tema, hubo un artículo muy interesante publicado en la revista Lengua de Penguin en la que Leila Guerriero se hace cargo de entrevistar a las autoras y, la menciono en el libro, y discutir con ellas sobre si efectivamente lo hay y lo que significa este “boom”, si es solo una cuestión de calidad literaria o si también hay una intervención del mercado editorial en la creación de un “boom”, porque el mercado editorial como todo mercado busca producir novedad para atraer la atención de lectoras y lectores.
¿Qué te atrae de este “boom”? ¿Cómo ves que se está impulsando?
Me interesa muchísimo lo que dicen muchas autoras jóvenes y, si parece que están de moda o se les está prestando atención, el problema es que de nuevo hay una reformulación de sus lugares de habla. Se les pone a conversar sobre la maternidad o sobre la menstruación o la menopausia solas, o sea, como si las mujeres sólo pudieran hablar sobre los cuerpos y no hubiera una literatura mucho más diversa. Es decir, se las está poniendo de nuevo en el mismo cajón del pasado para luego, cuando se acabe la novedad, volver a borrarlas como autores que no escriben literatura universal sino que hablan sobre sí mismas.
Me pareció muy interesante traer a la mesa esta discusión, que es compleja. No podemos negar que hay una literatura poderosa escrita por mujeres y que, por fin, se las está leyendo. Sin embargo, al mismo tiempo, es una llamada de alerta frente a las posibles manipulaciones de ese mismo mercado que, por un lado, las distribuye y las presenta, pero, por otro lado, las vuelve a poner en ese lugar del pasado en el que realmente ninguna de nosotras quiere estar.
Asignándole ciertos temas ya predeterminados…
Y no estoy en contra de hablar de la maternidad, me parece muy interesante que hayan aparecido tantos textos muy recientemente sobre la maternidad y también sobre la paternidad, como si los propios escritores jóvenes se dieron cuenta que hay un tema validado y estuvieran escribiendo sobre sus propias paternidades. Digamos que no es tanto el tema, sino que la manera en que se pone a las autoras a conversar, el tipo de preguntas que se les hacen y una especie de marginación. Hay que evitar esos encasillamientos, esos guetos de mujeres hablando solas, ya no literatura, sino que exclusivamente experiencias corporales.
En el ensayo hablas de muchas autoras, pero también planteas la necesidad de no dejar de leer a autores, sino tomarlos como herramientas para el debate, ¿cómo leer a autores siendo feministas?
Como dice el subtítulo del libro, estos son argumentos sobre las tensiones que hay dentro de los feminismos y hay algunas autoras que han abogado por dejar de leer una serie de libros porque contienen una mirada misógina, racista, clasista , pero sobre todo a las feministas les ha importado la cuestión misógina, que hay en muchos textos del siglo XIX y XX y por qué no decir los anteriores. Yo escribo ensayos porque quiero saber qué pienso sobre una serie de problemas, pienso mejor mientras escribo y entonces me planteo las preguntas y me voy empujando, me sirve el espacio del debate y del diálogo para poner los argumentos y los contraargumentos y empezar a darle vueltas a eso.
Poderosamente, la discusión ha sido sobre Lolita de Nabokov (1955) y Luna Miguel es una fan de Lolita y de toda la obra del autor. Entonces, esto es parte de una conversación que tuvimos, más bien lateral, en la que ella me dijo que las alumnas de sus talleres le dijeron que no querrían leer a hombres, y ahí estaba escribiendo algo que ella llamaría eventualmente “cómo leer al escritor macho” y me pareció muy divertido. Eso lo saqué de la conversación con su permiso, porque me interesaba pensar por qué las feministas jóvenes no leerían a los machos misóginos de la literatura, "los coyotes" como se dicen en el texto, y tal vez Luna Miguel sí los leería y qué haría Lina Meruane, la quiltra, con este problema.
Lo que fui pensando mientras escribía es que no tiene productividad política eliminar, cancelar textos, eso lo puedo hacer yo como feminista pero también lo puede hacer la derecha con los textos feministas. Lo que hay que aprender a hacer es leer críticamente los textos y entender los contextos de producción, las ideas con las que se trabajó ese tiempo y entender que de ahí venimos, porque uno de los problemas de cancelar esos textos es que luego no entendemos la historia de la misoginia, del racismo, del clasismo. Es como si los textos no hubiesen existido.
Entonces, una se queda hablando sola porque nos dirían que eso desapareció, pero si las ideas estaban en los textos es porque estaban en la mente de los autores, en el contexto. Lo que hay que hacer es aplicar una iluminación crítica, una lectura alerta y aprender a pensar en cómo fue nuestro pasado para rehacerlo hoy.
Feminismo y política
En el ensayo también está presente la exclusión dentro del mismo feminismo, como se generan barreras dentro del mismo movimiento. ¿Cómo enfrentar esto? La posición del feminismo radical o las terf.
Yo pienso que la posición terf o terfa es una posición que parte de un miedo y el miedo es que nos haya costado tanto a las mujeres conseguir una serie de derechos y que de pronto aparezca un cuerpo nacido hombre vuelto mujer que se apropia de los lugares de los derechos, de visibilidad, de los premios literarios, como el caso de Sosa Villada, de las carreras olímpicas. Esto un poco extrapolado a fenómenos que son realmente marginales dentro de lo que estamos hablando, que proviene también de una homofobia en algunos sectores. Pienso que hay que contestar a esos miedos y eso me propuse en “Coloquio de Quiltras”. Hay toda una parte muy larga en que ambas personajes comienzan a debatir si tiene sentido punto por punto la argumentación terfa, que es una especie de manual: los baños públicos, las cárceles, los derechos, los concursos, son varios puntos que están muy identificados. Me propuse ir discutiendo punto por punto por qué es una exageración pensar de esa manera. Dije en otra entrevista que yo sospecho, pienso, deseo que las terfs se vayan dando cuenta que esos miedos son injustificados e injustos porque finalmente la población trans es la que más sufre discriminación y nos toca como feministas abrir nuestro pensamiento hacia las compañeras y compañeros hoy más vulnerados, ese es el feminismo interseccional y tiene que incluir a las comunidades trans.
“Opino que refutar es una instancia menos punitiva y más pedagógica y, por lo mismo, más política”, se lee en el ensayo. Abordas la educación versus el punitivismo como estrategia de transformación frente a la violencia de género, ¿cuáles son las claves para comprender esta reflexión?
Sí, a mí me asusta cuando veo soluciones rápidas que pasan por el castigo porque se puede castigar a un hombre que viola a una mujer, y eso por supuesto que una vez que hay un hecho delictivo criminal de violación, de golpiza, de asesinato, por que hay que aplicar la ley como no se ha aplicado por mucho tiempo siempre culpando a la mujer de lo que le pasaba. El problema con aplicar solo punitivismo, puro castigo, es que se castiga a un sujeto individual y no se termina con la causa del problema.
La reflexión sobre la importancia de educar tanto dentro del hogar, como en las instituciones educativas, las escuelas, la universidad y el espacio social en general, es que esa es una táctica mucho más amplia en la que se educa a un grupo de personas, en que las personas van educando a otros, con las palabras y los hechos. Tras un crimen, hay que aplicar un castigo porque no se puede dejar que las prostitutas violenten a otras impunemente, yo no estaría de acuerdo en eso más allá de lo que se debate en “Coloquio de las Quiltras”, pero sí creo que hay una responsabilidad muy grande en amplificar el impacto de esas nuevas políticas en la educación desde la tierna infancia porque sino solamente terminamos castigando a personas puntuales. Hay que pensar que la violencia y el feminicidio es en momentos más extremos de esa violencia, pero hay mucha gente que se quedó en esa violencia que no es tan visible como para ir a un juzgado o a la comisaría, es una concatenación de violencia que lleva al femicidio. Eso es lo que hay que empezar a cortar de manera masiva y colectiva a través de la educación.
¿Qué opinas sobre un “gobierno feminista”, donde el feminismo se convierte en un adjetivo?
Me parece más allá de los detalles de cómo se están llevando a cabo esas políticas feministas, que unas me parecen mejores que otras, me parece muy valiente que un Estado se declare feminista, o más bien un gobierno. Piensa que el feminismo como palabra fue muy demonizada, vista como una política de agresión a la sociedad no de una política de reparación y de cuidados de las mujeres, que son más de la mitad de la población. Estamos en un momento en que el hecho de que un gobierno se declare feminista o que use feminista como adjetivo demuestra hay una valentía y una propuesta, hay una puesta en valor de una política de cuidados, de política de apertura interseccional, de política de no dejar pasar cosas que se dejaron pasar en el pasado.
Creo que es muy importante que haya mujeres en ministerios tan clave como Trabajo, Interior, como vocería de gobierno, y que no sea solamente la Ministra de la Mujer o la Ministra de Cultura que son los lugares que generalmente se le asignan a las mujeres porque aparecen como menos importantes. Que existan mujeres en puestos clave genera un cambio en el modelo para las mujeres jóvenes que dicen “yo puedo participar en la política”, “yo puedo llegar a ser ministra”, “yo puedo hacer lo que yo quiera”, eso como ejemplo me parece muy valeroso, más allá de cómo se desarrollan esas políticas feministas por las que una puede estar más o menos de acuerdo. Recordemos que los feminismos son varios y tienen distintas intencionalidades e ideas con lo cual no vamos a estar de acuerdo con todo lo que se haga desde un gobierno feminista, pero realmente aplaudo que un gobierno se haya declarado de esa manera y, por supuesto, pido que no se queden solo en palabras porque a veces es muy cómodo ponerse ciertas etiquetas sino que en efecto lleven adelante las políticas que se necesitan para que sea un gobierno feminista.
¿Sobre qué estás actualmente escribiendo? ¿Cuáles son tus proyectos?
Mira, en estos últimos 12 meses han habido cuatro libros. Ha sido un tiempo muy agotador. Son cuatro libros cortos, que no necesariamente estaban planificados. El primero es una compilación de cuentos que es “Avidez”, el segundo “Señales de nosotros”, un ensayo autobiográfico; el tercero es “Coloquio de las Quiltras” que es un ensayo ficción corto. Se viene un libro que va a salir en septiembre que responde al Premio José Donoso de 2023, en el que me pidieron un libro y ese va a ser un ensayo corto, de 120 páginas, un tipo de declaración poética.
Ha sido un año agotador porque se suma la crisis Palestina y me han pedido que intervenga mucho por escrito y que hable sobre “Palestina en pedazos” que es un libro que está muy fuerte en este momento por la contingencia. Dicho eso estoy muy cansada y sobrepasada por la cantidad de temas. Lo que hay a mediano plazo es un ensayo feminista que vengo pensando hace mas de cinco años pero a veces me demoro mucho en pensar los libros y en escribirlos y otros salen a toda velocidad como “Coloquio”, que se coló entre medio. También hay una novela que espero comenzar a escribir en 2025 que es protagonizada por hombres.