Iván Cáceres, el arqueólogo forense tras la huella de los detenidos desaparecidos 

Iván Cáceres, arqueólogo forense

En 1986 se necesitó el apoyo de arqueólogos para buscar a personas detenidas desaparecidas. No todos los profesionales respondieron al llamado, pero Iván Cáceres lo hizo junto a otros jóvenes estudiantes y egresados. “Sabíamos que desde la arqueología podíamos hacer una contribución en la búsqueda de víctimas, también de la verdad y nuestros trabajos, nuestros informes, contribuían a que los tribunales avanzaran en hacer justicia”. 

Iván empezó a los 32 años buscando a personas y ha trabajado en alrededor de 100 casos. Hoy tiene 69 años y sigue haciéndolo de forma independiente. “Había una motivación política claramente, pero también había una claridad de que la arqueología tenía algo que decir frente a este tema”, dice. 

Graduado de la Universidad de Chile de la carrera de Arqueología, Iván Cácere se ha especializado en estudio  del  arte  rupestre,  sitios arcaicos y agroalfareros históricos. Sin embargo, su labor de peritajes judiciales como arqueólogo forense lo llevó a buscar a detenidos desaparecidos. “Tengo amigos desaparecidos, familiares que estuvieron presos y, por lo tanto, tenía una sensibilidad especial frente a este tema” expresa.  

Comienzos

“Nosotros compartimos con la memoria el interés por el pasado, ya que los arqueólogos siempre se han identificado con lo precolombino y metidos en un pasado que es muy ajeno al presente. Bueno, esta arqueología que hacemos, es una arqueología del presente y que, por supuesto, tiene un valor hacia el futuro”, describe Cáceres. 

Al principio nadie tenía claro cómo hacer el trabajo. Fueron aprendiendo en el camino. “Se nos criticó mucho, porque éramos estudiantes o recién egresados y que no teníamos idea del tema”. Sin embargo, tomaron cursos de formación en Argentina en el EAAF (Equipo Argentino de Antropología Forense) con el doctor estadounidense, Clyde Snow. 

En 1984, el Dr. Snow fue uno de los antropólogos forenses más destacados del mundo. Llegó a Argentina como parte del Programa de Ciencia y Derechos Humanos de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. Snow organizó a arqueólogos, antropólogos y médicos para analizar los restos óseos. Ahí nace el EAAF. 

Snow volvió varias veces a Argentina para capacitar a los cuatro jóvenes fundadores: Patricia Bernardi, Mercedes Doretti, Luis Fondebrider y Morris Tidball Binz. El EAAF fue la organización pionera en la investigación, contacto con familias y restitución de osamentas. 

Ya en Chile, después de haber pasado por Cuba y Guatemala, el primer caso de Iván Cáceres fue en Cuesta Barriga buscando a víctimas del Comando Conjunto. “Habían hecho desaparecer a una parte de la dirección del Partido Comunista, los fueron a enterrar y, después, en el marco de la Operación Retiro de Televisores, sacaron los cuerpos, pero quedaron fragmentos, astillas, algunas cosas que pudimos recuperar”,señala.

El Comando Conjunto removió las fosas, sin embargo, quedaron fragmentos óseos y huellas que han sido documentadas. Se pudieron identificar dos personas del Partido Comunista que habían desaparecido a partir del cruce de información que tenía la Vicaría de la Solidaridad. 

Tiempo después encontraron otro militante del PC que, según la mesa de diálogo, lo habían sacado de la tumba clandestina y lo habían tirado al mar. Su nombre era Juan Rivera Matus, padre de la presidenta de la Agrupación de detenidos desaparecidos, Gabriela Rivera. Fue hallado en el Fuerte Arteaga. 

Imagen cedida por el autor

¿Dónde están?

Para encontrar los lugares, toman distintos caminos, “pero principalmente por denuncias que hacen familiares a través de los abogados especializados en derechos humanos”, describe. 

“A veces a los familiares no les gusta que uno diga que son restos, nosotros buscamos personas”, aclara.

La arqueología y la antropología van de la mano, se complementan. Necesitan comparar los datos de antropometría forense, que identifican y reconstruyen cuerpos que por su estado no son fáciles de identificar, como cadáveres; con datos antropomórficos, ​​ es la atribución de características y cualidades humanas a los animales de otras especies, objetos o fenómenos naturales.

Con un cuerpo esquetilizado pueden estimar el sexo, la edad, la estatura o lesiones, pero los datos deben ser comparados con quién era la víctima. “Si nosotros encontramos y definimos, de acuerdo a las tablas de antropología física, que el esqueleto tiene una estatura de un 1.80, por ejemplo, que fumaba mucho  y tiene caries notorias, que escribe con la mano derecha o con la mano izquierda, toda esa información se cruza con la información de una persona en vida”, explica. 

Ahí es cuando se pregunta a los familiares la edad que tenían las personas al momento de su desaparición. “Por ejemplo, nosotros decimos que tiene entre 25 y 30 años. Entonces, empezamos a acotarlo buscando personas entre 25 y 30 años del universo de los desaparecidos”. 

Luego, se van descartando otras características, como la estatura, mano dominante o si fumaba, por ejemplo. “Todas esas características mínimas que están en los huesos, en los dientes,necesitamos conocerla para ir contrastando”. 

A continuación le proponen al ministro que estudia el caso que mire la información y pueda indicar si es compatible con alguien. “El ministro va a decir al Servicio Médico Legal ´busquemos, hagamos ADN de esta persona de estos huesos´, pero ese ADN también hay que compararlo”. 

Enseguida la familia toma pruebas de ADN y el juez encargado dicta la sentencia e identidad de un detenido desaparecido. El proceso puede ser lento y largo, pero si hay información útil y confiable, se avanza más rápido. 

No siempre se encuentran cuerpos, pero sí estuvieron ahí, se puede recoger información sobre el destino de la persona gracias al avance de la tecnología en el área. “Se está obteniendo información de ADN a partir de muestras de sangre que pueden quedar en los lugares, en la vestimenta o también en algunos laboratorios están trabajando con ADN que pueda quedar por causa de que el cuerpo estuvo enterrado en el lugar, entonces sería posible, eventualmente, encontrar ADN en la tierra donde estuvieron”, explica Ivan Cáceres.

Trabajos en Colonia Dignidad / Imagen cedida por el autor

Casos emblemáticos

En 1991 excavaron tumbas en Patio 29. Había alrededor de 100 sepulcros individuales y se rescataron 126 cuerpos, la mayoría con impactos de proyectil. 

“Encontramos casos muy claros de personas que podrían ser ´fácilmente’ identificables pero que no habían denuncias de su desaparición, porque el Patio 29 fue usado con personas que fueron encontradas en las calles de Santiago entre septiembre y diciembre del año 73, que fue el periodo de una represión masiva de ejecuciones masiva y ahí no solamente se ejecutó a personas que tenían alguna militancia política o eran buscados”

El equipo de Iván Cáceres también trabajó en Colonia Dignidad entre 2005 y 2006. Hubo una nebulosa de la información al momento de que llegan los prisioneros, generalmente campesinos, torturados y ejecutados. 

Los datos indican que desde Villa Grimaldi eran llevados a Colonia Dignidad entre 1974 y 1976. Había presos políticos específicos que los interrogaban y asesinaban. “No hay una cifra clara y definitiva en torno a cuántos desaparecidos habrían en Colonia Dignidad”. 

Cuando se encuentran a los campesinos desaparecidos en 1978 en los Hornos de Lonquén, “ahí se sabe que los desaparecidos no se habían ido a Europa, ni Argentina ni habían abandonado su familia, sino que habían sido efectivamente ejecutados y enterrados de forma clandestina”.

La Operación Retiro de Televisores, nombre clave para el desentierro de los cuerpos detenidos políticos de la dictadura que fueron sepultados en fosas clandestinas en todo el país para ser arrojados al mar a través de criptogramas. “Se produce una ola de exhumaciones ilegales realizadas básicamente por militares y Carabineros, excepto en  Colonia Dignidad, donde lo hacen los mismos colonos”. 

Los locales tenían completa libertad y autonomía e hicieron el trabajo sin problemas. “Ellos dicen que quien dispara a los ejecutados son los militares”, además añade que los colonos “los sacan y los queman, los convierten en cenizas. Las tiran al río Perquilauquén y nosotros en todos los trabajos que hemos hecho, logramos llegar a un lugar que es compatible con el área de las quemas”. 

Trabajos en Colonia Dignidad / Imagen cedida por el autor

La búsqueda persiste 

Hace un mes el equipo de Iván estuvo haciendo sondeos en Curacaví buscando a un campesino ejecutado en 1973. Lo enterraron cerca de una quebradamuy cerca de la ruta 68 y ha pasado por muchos cambios desde ese entonces. Aún no existen novedades al respecto.  

Otro caso en el que trabaja a actualmente se sitúa en la comuna de Ñuñoa, una casa en la calle Coventry #374 donde vivió “la mujer de los perros”, Ingrid Olderök. Se denunció que, eventualmente, podrían haber detenidos desaparecidos enterrados ahí. El ministro encargado del caso pidió que hicieran excavaciones las que ya se hicieron, sin resultados positivos.  “Lo importante es que se busca”. 

Hoy está digitalizando toda la información y documentos que han recopilado con el objetivo de que sea de acceso público. “Para que no se quede toda escondida en un juzgado que después se los comen los ratones, se pudren, se descomponen”. 








Constanza López GuzmánComentario