“María Isabel”, la obra teatral que critica al patriarcado al interior del MIR
Durante su reclusión en Tres Álamos -y tras su paso por Villa Grimaldi-, María Isabel Matamala escribió junto a otras militantes del MIR un manifiesto feminista que revelaba la realidad discriminatoria de las mujeres dentro del movimiento. De esta historia se nutre “María Isabel”, puesta en escena que explora el ejercicio del feminismo en condiciones de reclusión, la resiliencia de mujeres que se arriesgaron para escribir un manifiesto sobre su condición en el partido y que sus compañeros militantes perdieron dos veces.
Ana Luz Ormázabal, directora de la obra, y sus cuatro performer, relatan la ingenuidad de la juventud revolucionaria, el crecimiento abrupto de convertirse en preso político y la experiencia femenina de vivir el quiebre de la democracia. ¿Cómo era ser feminista dentro de un movimiento revolucionario? ¿Qué cambios de época vemos y que queda por hacer? ¿Qué pasó con esos textos? Son algunas de las preguntas que guían el proyecto que llega como Producción GAM en un año donde se conmemoran los 50 años del golpe de Estado.
Por Constanza López Guzman y Claudia Fica Pantoja
Parecía una conversación universitaria cualquiera; un profesor reflexionando con sus alumnos sobre ilustraciones y el rol del hombre en la historia, su protagonismo en la historia del proletariado. “Las condiciones en las que vive el sujeto alienado” o algún discurso que se escuchaba en las aulas a principios de los 70’. Salvador Allende había llegado a la presidencia por voto popular y la esperanza de un país mejor convirtió a todos en revolucionarios. Inofensivos, pero revolucionarios.
Con aquel relato tan personal inicia “María Isabel”, puesta en escena actualmente en cartelera en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), y que indaga en la historia y figura de esta mujer, una doctora chilena especialista en Salud Pública y ex mirista, que reflexiona sobre cómo ejercer el feminismo dentro de la revolución y la política.
Durante su reclusión en Tres Álamos -y tras su paso por Villa Grimaldi-, María Isabel Matamala escribió junto a otras militantes del MIR un manifiesto feminista que revelaba la realidad discriminatoria de las mujeres dentro del movimiento. El resultado de esta investigación, entregado escondido dentro de un chaquetón, se perdió dos veces y hasta el día de hoy se desconoce su paradero.
La performance, escrita por el dramaturgo Juan Pablo Troncoso y dirigida por Ana Luz Ormazábal, convierte un relato común de las mujeres sobrevivientes a la dictadura cívico militar dirigida por Augusto Pinochet; transforma la experiencia individual de María Isabel Matamala en una representación más del rol secundario y violento de las mujeres en la cultura revolucionaria. Sobre el escenario, cuatro performer, Camila González, Marcela Salinas, Mariela Mignot y Esteban Cerda, interpretan a más de 20 personajes para encarnar este testimonio vivo de la resistencia.
La puesta en escena es un ejercicio de catarsis en tiempos donde la memoria conflictua. A cincuenta años del Golpe múltiples aristas de lo sucedido durante los 17 años de dictadura son abordados cada día, pero pareciera que cada relato ligado a la experiencia femenina fuera vociferado en voz baja y a alta velocidad.
Aún hoy, a 50 años del bombardeo al Palacio de Gobierno, hablar de las experiencias femeninas en torno a la política pareciera incomodar. Es más sencillo pretender que la violencia sexual no existió, y que si lo hizo fue ejercida por el cruel opresor, pero ninguna de esas experiencias es real, y “María Isabel” hace un trabajo fantástico explicando que, como seres políticos por si mismos, su experiencia personal es política.
“Hay que hablar de manera más cruda las cosas, todo con un propósito de visibilizar que en la izquierda hay patriarcado y siempre lo ha habido y no nos hagamos los giles con eso. Todavía tenemos que seguir revisando. La historia de María Isabel ayuda a pensar en hoy día es parte del proceso”, expresó la directora de la obra, Ana Luz Ormazábal.
“Es una obra dolorosa y a nosotros también nos duele, es un proceso difícil trabajar estos temas. No es un ensayo a veces agradable, pero hay una misión, por así decirlo, más importante y después como que llega el amor porque hay un propósito claro”, agrega la directora.
Es que la historia parece ser una broma de mal gusto: Mientras estaba detenida, María Isabel escribió junto a otras militantes un manifiesto feminista donde le preguntaron a alrededor de 100 mujeres miristas cómo se les trataba y cómo era la cultura dentro de la colectividad. Lo sacaron escondido dentro de un chaquetón de Tres Álamos; esperaban que llegara a la directiva del MIR y pudiera ser incorporado al articulado interno.
“María Isabel” es dolorosa, pero también muy especial. “La historia del chaquetón y el manifiesto feminista es demasiado particular. Cuando conocimos esa historia, dijimos esto es una obra. Imagínate que escriben un manifiesto feminista y los propios compañeros, lo pierden dos veces. Contemos esto con parlante, o sea, de hecho ponemos como unos parlantes, como unos trombones como para que se escuche por todos lados”, comentó Ormazábal en exclusiva con Súbela News.
El manifiesto fue una “obra colectiva en que participamos en una historia, una historia de un pueblo y de un partido que fue, con todos sus errores, una tarea colectiva, de esperanza y de compromiso (...) eso, de alguna manera, quedó traducido en la obra”, declaró María Isabel Matamala posterior a la presentación, aún conmovida por el trabajo por el grupo del GAM.
Desde la ingenuidad de unirse al sueño revolucionario, hasta las recomendaciones a cada nueva mujer que llegaba a un centro de detención, “María Isabel” no solo es un reflejo de los horrores de la dictadura, sino también una expresión de amor y resiliencia de una y cientos de mujeres que tuvieron que pasar por las torturas del régimen.
“Creo que es muy importante la posibilidad de transmitir las emociones y que (...) la gente pueda tener una idea más cercana de cuál fue la realidad que nos tocó vivir y eso es tremendamente importante para impactar las conciencias de hoy y construir memoria hacia adelante, memoria hacia el futuro”, agregó Matamala.
La propia María Isabel renunció al Movimiento de Izquierda Revolucionaria después de que fue liberada de Tres Álamos y enviada al exilio. La decepción ante la realización de que la revolución no tratara como iguales a las mujeres es una difícil de superar, y cuando se hace la furia e impotencia se establecen como nuevas compañeras.
“Quiero agradecer a todas ellas (sobrevivientes); esta hermandad que hemos forjado a través de los años y que hemos mantenido por décadas”, dice María Isabel con una rosa en la mano sobre el escenario, tratando de reconocer rostros entre la multitud. Es una mujer pequeña, de movimientos temblorosos y el cabello corto cubierto de un pulido blanco. Su voz puede parecer dulce, pero en conversaciones se escapa el enojo de haber sido ignoradas por uno de los grupos claves durante la dictadura.
Más allá de la experiencia de sobrevivencia y resiliencia, “María Isabel” es una historia sobre sororidad; de experimentar lo más terrible y ser abrazada por una compañera después; de caminar en fila, con ojos vendados, hacia el baño mientras en susurros se explican el funcionamiento del recinto.
Porque donde vieron victimarios en ambos lados de una época profundamente dividida, ellas sobrevivieron apoyándose entre mujeres, con formas de supervivencia y actuar político incluso desde la reclusión. Presenciando “María Isabel” te encuentras con la expresión de valentía, y tiene rostro de mujer. Por fin.
La obra se estará presentando hasta el 22 de septiembre, de miércoles a sábado a las 20:30 y domingo a las 19:30 en el Centro Gabriela Mistral (Av. Libertador Bernardo O'Higgins 227).