Allende: Autopsia de un crimen, el libro que refuta la historia oficial sobre la muerte de Salvador Allende
Luis Ravanal y Francisco Marín, médico forense y sociólogo, respectivamente, publican en conjunto “Allende: autopsia de un crimen", en el cual, a través de una exhaustiva y prolongada investigación, revelan las presuntas causas y contexto de la muerte del ex Presidente Salvador Allende Gossens.
Controversial y enfrentada a la historia oficial, Ravanal y Marín establecen la hipótesis de que Allende no se habría suicidado, sino que fue asesinado a manos de las Fuerzas Armadas.
A través de metaanálisis forenses, investigación documental, entrevistas y revisión de antecedentes, develan una serie de irregularidades cometidas con el cuerpo del ex Mandatario. En entrevista con Súbela News, los autores detallan parte de su indagatoria y remarcan la importancia de sus antecedentes a 50 años del quiebre democrático.
Por Claudia Fica Pantoja
Durante la madrugada del 11 de septiembre de 1973 comienzan a llegar tropas militares a Santiago; en un principio, le dijeron al entonces Presidente, Salvador Allende Gossens, que la acción era para evitar disturbios por el desafuero de dos parlamentarios. A las 8 de la mañana, era evidente que algo mucho más grave estaba sucediendo.
Fue el teniente coronel Roberto Guillard quien proclama por primera vez el golpe, afirmando que por la "gravísima crisis social y moral por la que atraviesa el país" y la "incapacidad del gobierno para controlar el caos", las Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Carabineros restaurarían el orden y la institucionalidad, llamando al Presidente de la República a entregar su cargo. Pero Salvador Allende no cedería.
A las 10:30, Allende da un último discurso a través de Radio Magallanes, única emisora que hasta ese entonces continuaba transmitiendo. “Ante estos hechos, sólo me cabe decirles a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”, dijo el Mandatario que ya parecía conocer su destino. “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”, afirmó.
“El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse”, siguió hablando al país que, pasmado, escuchaba al primer presidente del Partido Socialista democráticamente elegido despedirse con un “¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”.
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A las 11.00 comienza el ataque frontal al Palacio de La Moneda. Cincuenta y dos minutos más tarde, bombarderos de la Fuerza Aérea de Chile inician el ataque a la sede de gobierno, que comienza a incendiarse desde el ala norte. Otros aviones se desplegarían hacia Tomás Moro, al oriente de la capital, para atacar la casa del Jefe de Estado.
Alrededor de las dos de la tarde encuentran el cuerpo de Salvador Allende Gossens, quien hasta el último momento se negó a abandonar el palacio presidencial.
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“Pude conversar un momento a solas con el Presidente. Me dijo, otra vez, que iba a combatir hasta el final. Que para él estaba sumamente claro lo que iba a pasar, pero que tomaría las medidas para que el combate se librara de la mejor forma. Que iba a ser duro, en condiciones desventajosas. Sin embargo, agregó que era consciente de que ésa era la única actitud que le cabía como revolucionario, como presidente constitucional, defendiendo la autoridad que el pueblo le había entregado”, dijo Beatriz “Tati” Allende Bussi, el 28 de septiembre de 1973 en la Plaza de la Revolución, en La Habana (Cuba), sobre el último encuentro con su padre.
Las dudas respecto al suicidio
Para los autores, a 50 años del golpe de Estado y el fin de la Unidad Popular, cómo falleció el ex mandatario sigue siendo un misterio.
Francisco Marín, sociólogo con quince años de persistente búsqueda en torno al Caso Allende; y Luis Ravanal, tanatólogo, Vicepresidente de la Asociación Mundial de Medicina Legal y perito en emblemáticos casos, como el asesinato de José Tohá, ex ministro de Defensa de la Unidad Popular, desmenuzan con nueva herramientas modernas los fallos en las autopsias que, en su momento, fueron amañados para ratificar - dicen- las causas de muerte del Presidente Allende.
Juntos escriben “Allende: autopsia de un crimen” (Editorial Ceibo), en el cual explican detalladamente, según su indagatoria, el porqué es probable que el líder de la Unidad Popular no se quitó la vida.
“Con el doctor Ravanal hemos querido levantar esta investigación, la evidencia de los hechos. Podemos hablar de las interpretaciones, pero lo que a nosotros más nos interesa es aportar una constelación de pruebas que muestran que el Presidente Salvador Allende no se suicidó. Que todo lo que aparece como pilares de la versión oficial en verdad no tienen sustento en los hechos, no tienen sustento científico ni histórico”, indica Francisco Marín. “Lo que a nosotros nos interesa es que se sepa la verdad”, añade.
Investigación a contracorriente
La versión oficial de los hechos dice que después de las cinco de la tarde, luego de encontrar el cuerpo del ex Presidente, Salvador Allende fue trasladado al Pabellón del Departamento Otorrinolaringología del Hospital Militar, lugar que no reunía las condiciones para un estudio de esta naturaleza, y no en el Servicio Médico Legal.
Un reportaje de Ciper realizado por el periodista y académico Juan Cristobal Peña en el año 2011 reconstruye las últimas horas del Jefe de Estado con testimonios de sus colaboradores. El artículo señala que la autopsia fue realizada por los peritos médicos legistas José Luis Vásquez y Tomás Tobar, además de Mario Cornejo, perito auxiliar. Todo custodiado por personal de toda las Fuerzas Armadas.
El 4 de septiembre de 1990 se realizó el funeral oficial a Salvador Allende, con las características que corresponden a un ex Presidente de la República. Previo a esto, se realizó una exhumación del cuerpo en el cementerio Santa Inés de Viña del Mar, el día 17 de agosto del mismo año.
Según las pesquisas de Francisco Marín, la exhumación fue sin autorización judicial, de noche y sin contar con la iluminación adecuada, sin resguardos científicos ni protocolos correspondientes. “Muchos elementos de la ropa y restos de Allende se perdieron, se fueron directamente a la basura”, detalla el sociólogo.
Francisco Marín dice que en el año 2011, cuando se abre nuevamente la causa para indagar la muerte del ex mandatario, faltaban la mitad de los huesos del cráneo, especialmente la zona donde estaba descrito el orificio de salida de la bala que habría acabado con la vida del ex Jefe de Estado. Por eso es que la autopsia no pudo determinar cuántos disparos atravesaron el cráneo de Allende ni la trayectoria de estos.
De acuerdo a la investigación de Ciper, “En 2003, esos mismo cinco sepultureros que participarán de la exhumación de 1990 recordarán en un reportaje de la revista Siete+7 que a las pocas horas de ser enterrado en Viña del Mar el ataúd con los supuestos restos de Salvador Allende fue robado por un grupo de pobladores que abandonaron el féretro en plena carrera al ser sorprendidos por militares. “El féretro llegó de vuelta a la tumba en muy mal estado”, recordará uno de los sepultureros”.
“Allende: autopsia de un crimen” cuenta que el ministro Mario Carroza, encargado de la causa, finalmente cerró el caso sin otra resolución que la muerte del Presidente se debió a un disparo suicida. Asimismo, el fusil con el que supuestamente el Mandatario se quitó la vida, jamás fue hallado, tampoco periciado, ni ha estado a disposición de las investigaciones de la justicia. Además, en el expediente quedó expresamente registrado que, por disposición del general Palacios, oficial golpista a cargo del ataque a La Moneda, el arma quedara en manos del Ejército.
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Con estos antecedentes, Luis Ravanal elaboró el año 2008 un primer informe técnico, un metaanálisis de las pericias anteriores al cuerpo de Allende, el que publicó en el medio chileno El Periodista.
“Ahí él analizaba el informe de autopsia de 1973 y daba cuenta que el cráneo de Allende tiene dos disparos de dos armas distintas. En el fondo es la tesis y la prueba de oro del caso Allende, que no pudo ser resuelta en la autopsia del 2011, cuando se hizo la investigación judicial y se hizo una segunda autopsia”, introduce Marín.
Respecto a su investigación, Ravanal remarca que “esto no es una hipótesis, esto es un trabajo científico. El informe que yo elaboré y el nuevo que acabo de elaborar y que se va a incorporar y que está en manos del equipo jurídico, es un informe técnico. No estamos dando opiniones o pensamientos de lo que pudo haber ocurrido. La prueba material que se incorpora en el informe y que ha sido corroborada también por la investigación histórica que ha hecho Francisco Marín, es una evidencia dura. Es una evidencia objetiva”
“La existencia de un orificio redondeado de bala, descrito en el primer informe de autopsia, es un hecho incontrovertible. No es una hipótesis. Existió. Y ese orificio, ese fragmento de hueso, curiosamente, en la autopsia del 2011, se extravió”, agrega el Vicepresidente de la Asociación Mundial de Medicina Legal
“El dictamen del año 2011, que vienen a confirmar el suicidio, en circunstancias donde nunca examinaron esa parte del cráneo. La parte más importante; la prueba de oro. El orificio de salida de la parte posterior nunca fue hallado. Y hay otros elementos diagnósticos, digamos, materiales, que sustentan el punto de vista forense que existen dos disparos de armas distintas”, añade el tanatólogo.
¿Cómo saber cuál disparo fue primero y quien lo dio? Aquello también lo revelan los estudios de Ravanal, quien cuenta que jamás fue llamado a declarar como experto en la causa del año 2011.
“En ese (primer) demostraba que existían dos impactos de bala; por las características del orificio de salida en la parte posterior del cráneo redondeado, que solo lo generan los proyectiles de baja velocidad, es decir, un disparo de un revólver o de pistola, y no un AK (tipo de arma) que cuando penetra provoca estallido de cráneo. Entonces, si en el caso de Allende, en la primera autopsia se describió un orificio en la parte posterior, además del efecto explosivo, evidentemente estábamos ante un cadáver que presentaba signos objetivos que dan cuenta de dos disparos por armas distintas”, expresa Ravanal
“Por lo tanto, se infiere que el primer disparo necesariamente ocurrió por un disparo de un arma de bajo calibre. ¿Por qué? Porque si hubiese provocado un orificio de salida en la parte posterior, necesariamente el cráneo tendría que haber estado íntegro previo al estallido. Entonces ahí uno deduce la secuencia de cuál fue primero”, complementa el médico forense.
Impunidad de las Fuerzas armadas
"La conclusión es la que la familia Allende tenía. Es decir, el Presidente Allende el día 11 de septiembre de 1973, ante las circunstancias extremas que vivió, tomó la decisión de quitarse la vida antes de ser humillado o vivir cualquier otra situación", señaló Isabel Allende, hija del Presidente, el año 2011 según recoge BBC.
Por su parte, Francisco Marín propone que la tesis del suicidio beneficia el anhelo de impunidad de las Fuerzas Armadas al momento de dar el golpe de Estado.
“Evidentemente que la posibilidad del suicidio era bastante idónea; le servía a la dictadura. La Junta Militar no podía salir diciendo que en realidad ellos acribillaron y remataron al Presidente Allende, eso no era factible. Tenían que intervenir el sitio, el suceso como lo hicieron y borrar todas las pruebas”, explica el sociólogo y coautor de la investigación.
Marín enfatiza en la idea de que Allende habría sido acribillado. “Allende combatió, porque no es que sólo lo mataron, sino que Allende murió en combate. Fue acribillado y rematado. Y entonces, si se hubiera sabido en ese momento que esa era la verdad, obviamente que hubieran potenciado los elementos de resistencia contra la dictadura, contra la Junta militar incipiente. Es muy distinto escuchar que se rindió y se suicidó. Y el hecho de que se sepa que el Ejército mata un Presidente de la República, en el contexto de un golpe militar, con respaldo de Estados Unidos, de la derecha y el empresariado, obviamente que desprestigia a la institución”, sostiene Marín.
Después de la exhumación de 1990 y la investigación del año 2011, tanto Marín como Ravanal enfatizan que la muerte de Salvador Allende ha sido investigada precariamente.
“Allí el gran engaño de la transición en este tema. Que se había confirmado científicamente que Allende se había suicidado. Incluso salió una revista ‘Análisis’ previo al funeral oficial titulada ‘El suicidio de Allende’. Pero nunca hubo una autopsia, nunca hubo ninguna investigación. Solamente hubo una operación política, digámoslo así, de dictaminar que Allende se había suicidado”, concluye Marín.