Amor, te sigo buscando: El libro que recoge las historias de las madres, esposas e hijas que enfrentaron a la dictadura
El 22 de mayo de 1978 los familiares de detenidos desaparecidos pusieron en jaque a la dictadura militar. Las mujeres, y algunos hombres, iniciaron huelgas de hambre indefinidas en la sede de la UNICEF e iglesias católicas de la Región Metropolitana, particularmente en las parroquias Jesús Obrero, La Estampa y Don Bosco, que se extendieron por 17 días. Esa fue la “huelga grande”.
En la parroquia Don Bosco se reunieron tres mujeres que inspiraron al periodista y escritor Richard Sandoval a escribir “Amor, te sigo buscando” (Debate, Penguin Random House), y donde a través de una investigación robusta y emotiva, el autor recoge aquellas historias de amores rotos, quebrantados por la dictadura de Augusto Pinochet. Vidas que fueron amenazadas y acosadas, y que pese al horror latente, nada las detuvo de buscar a sus maridos e hijos. Tampoco a manifestarse. Mucho menos exigir justicia. El amor trascendía el miedo a lo desconocido.
“Las madres y esposas de detenidos desaparecidos quisieron informar al mundo que en Chile sí había detenidos desaparecidos, porque todo eso se da en un contexto en que Pinochet negaba su existencia. Decía que eran personas que no existían o que se habían ido al extranjero”, cuenta el autor.
Este libro es una continuidad de relatos que partió con Ana González de Recabarren, cofundadora de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Ícono y emblema de la lucha por la justicia y la verdad. En 1976 fueron detenidos su esposo Manuel Recabarren, dos de sus hijos, Luis Emilio y Manuel, y su nuera Nalvia, quien se encontraba embarazada. Ella, siempre portando la imagen de sus seres amados, recorrió el mundo denunciando lo que ocurría en Chile.
Para Richard Sandoval, Ana Gonzalález es una mujer “icónica de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos” y que su aporte histórico radica en “dar visibilidad a esas historias familiares y humanas que muchas veces no tienen el protagonismo que se merecen en el debate público”, detalla.
“Yo lo quise dedicar íntegramente a esa búsqueda y no a cualquier tipo, sino a la búsqueda vinculada también con el sentimiento del amor. Mostrar que detrás de todo este horror, de toda esta rabia, de toda esta pugna también política por lo que ha pasado en las últimas décadas”, plantea.
El escritor de “Soy periférico”, “Tanto duele Chile” y “La sonrisa de Gladys” destaca que en su nuevo libro lo más delicado fue “ingresar al corazón de esas familias, porque no es sólo que te abran la puerta de su casa, es como el portal de su intimidad el que te están ofreciendo”.
Además, el periodista añade que “uno tiene mucha responsabilidad sobre el trato, el cómo ir ingresando a sus dolores, que es lo más complejo también, ya que estas historias están marcadas también por mucho trauma”, agrega.
El lanzamiento del libro fue en el sitio de memoria Londres 38, un centro de detención donde Nelly Andrade, una de las protagonistas del primer relato, fue torturada. Ahí también desapareció Gerardo, su prometido. Ella lo conoció cuando tenía 18 años y se enamoraron. Iban a casarse, sin embargo, la dictadura dijo lo contrario. Él le dio un beso de despedida sabiendo que era un adiós. Nunca se tomaron una foto juntos.
Richard relata que Nelly le dijo que nunca pensó que volvería a entrar a ese lugar. Pero ocurrió algo mágico. Al entrar a aquel lugar, ella estaba “rodeada de amor con las casi 200 personas que hubo en el lanzamiento y yo creo que lograr ese hito, llenar Londres 38 de amor, es producto de un trabajo también que se hace en conjunto con las familias”.
Este modo de trabajo, mancomunado con las familias, es fundamental para Richard Sandoval. “Yo creo que esa es una clave de este trabajo en torno a los derechos humanos, hay que trabajar desde un espacio muy horizontal, hay que ir tanteando sus historias y sus sentimientos de una forma muy cercana”.
“Amor, te sigo buscando” reúne recuerdos de infancia. “Eran personas comunes y corrientes, hermanos que se relacionaban de la manera más sencilla y eso es lo que les quitó la dictadura: la vida sencilla, la vida cotidiana del interior de una familia”.
El autor también recuerda a Roxana, mujer que tenía alrededor de cinco años cuando sus hermanos, Gerardo y Ernesto, desaparecieron. Ella tenía el sueño de ser una bailarina de ballet.
“Gerardo le iba a llevar unos zapatitos de ballet para que ella bailara, y esos zapatitos finalmente nunca llegaron, porque ahí lo detuvieron. Ese tipo de detalles para mí son los centrales de este libro, porque estos detalles permiten comprender la dimensión humana (...) la dictadura les robó esos detalles íntimos a sus familiares y a miles de chilenos y chilenas”, sostiene.
El texto contempla historias cargadas de traumas y heridas que no han sanado por completo. El periodista destaca los problemas de salud mental de las familias de detenidos desaparecidos.
“En el libro uno se puede encontrar con varios intentos de suicidio, porque eso es lo que no se ve detrás de un número. Detrás de decir que hay más de 3 mil muertos. Detrás de decir hay decenas de miles de torturados, detrás de todo eso, hay traumas que quedan. Hay familias rotas. Hay exilios. Hay amores que no se pueden volver a reencontrar, por eso es tan profundo el tema de los 50 años, porque el golpe y la dictadura quebró el alma de Chile, rompió a las familias chilenas”, remarca.
La investigación también contempla la vida de Alexis Cortés, nieto de detenido desaparecido y actual miembro del Consejo Constitucional. “Yo cuento su historia”, dice.
Con su libro Richard Sandoval quiere evocar lo humano detrás de los números, las emociones y sentimientos detrás de la dictadura. El autor, dice, quiere que sea un aporte para el proceso de educación en torno a la memoria. “Si alguien quiere conocer lo que pasó la dictadura desde el living de una casa. Pinochet rompió un amor de cuentos de hadas, rompió familias sencillas que se desangraron y este libro puede ser una forma de aproximarse a esas historias”.
A seis semanas de la conmemoración de 50 años del Golpe de Estado, Richard reflexiona sobre la falta de las “muchísimas políticas de Estado, para que ‘el nunca más’ a un golpe de Estado sea una cuestión institucional y transversal en el país”.
“Las Fuerzas Armadas, partidos políticos, que todo el mundo condene el golpe de Estado. No como una cuestión política o ideológica de color político, sino como una cuestión netamente humana. No se puede matar a un tercero, no se puede asesinar a un adversario político por lo que piensa. Eso pasó en Chile y eso se sigue justificando”, señala.
Finalmente, el cronista espera que las organizaciones de la sociedad civil y organizaciones de derechos humanos sean el corazón de las conmemoraciones por los 50 años del quiebre democrático.
“Creo que es importante en cuanto al tono, el carácter de las conmemoraciones, dar el lugar prioritario que merecen las familias y las organizaciones de derechos humanos que son las que han luchado durante décadas. Porque si hoy hablamos de memoria y derechos humanos y de justicia es gracias a las organizaciones y las familias que se encadenaron, que hicieron huelgas de hambre desde el día uno para exigir la verdad en torno a sus familiares”, concluye.