Claudio Martínez, el militante socialista que tuvo la misión de crear la cárcel para los violadores de Derechos Humanos de la dictadura: “Punta Peuco debería convertirse en un museo”
Claudio Martínez Cerda (72) fue Director Nacional de Gendarmería entre los años 1993 y 1997, durante los Gobiernos de la Concertación de Patricio Aylwin Azócar y Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Pasó de ser un actor de reparto a un protagonista desconocido de la historia transicional chilena por dos hitos carcelarios: ejecutó la construcción de Punta Peuco y pagó los costos de la fuga de los integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Por Luis Tabilo Castillo
Tras el retorno a la democracia, el arquitecto e histórico militante del Partido Socialista, Claudio Martínez Cerda, tuvo la misión de crear el recinto penitenciario para los exjefes de la DINA, Manuel Contreras y Pedro Espinoza, condenados por el crimen de Orlando Letelier en Estados Unidos. El 30 de diciembre de 1996, estando a la cabeza de Gendarmería, el actual Jefe de la División de Planificación y Desarrollo del Gobierno Regional de Ñuble, dejó la institución luego de la cinematográfica fuga en helicóptero de cuatro frentistas desde el interior de la Cárcel de Alta Seguridad.
Desde su casa en Chillán, el Dr. en Arquitectura y Patrimonio de la Universidad de Sevilla y autor de “Punta Peuco: La historia desconocida” (RIL Editores), “Punto de Fuga, Relato del Quinto Pasajero” (Editorial Trayecto) y de la novela recientemente lanzada titulada “El Indulto” (Editorial Trayecto), Claudio Martínez aborda el valor histórico, político y cultural de la cárcel exclusiva para los violadores de Derechos Humanos y repasa cómo se gestó su construcción en tiempo récord, superando las tensiones del mundo civil y las Fuerzas Armadas a mediados de la década de los 90’.
Usted creó el primer boceto de Punta Peuco. ¿Cuánto de ese borrador inicial quedó en la construcción que se inauguró en 1995?
Yo hice un boceto, se lo pasé a la empresa consultora que lo desarrolló, y ellos lo hicieron prácticamente igual porque no era una cosa muy compleja.
Hoy el ministro de Justicia ha dicho reiteradas veces que uno de los problemas que tiene para modernizar la infraestructura carcelaria, que está colapsada, son los tiempos de demora en la construcción. En ese momento se construyeron dos cárceles con suma urgencia (La otra es la Cárcel de Alta Seguridad). Punta Peuco, en la primera parte, nos demoramos tres meses. Lo hizo Obras Públicas, no Gendarmería. Lo hicieron a través de un decreto de emergencia, yo lo relato en el libro, porque efectivamente se empezó a construir antes de que el contrato estuviera reconocido por la Contraloría. El Gobierno tomó una decisión política finalmente de acelerar esto porque era indispensable. Era impensable que (Manuel) Contreras fuera condenado y no tuviera una cárcel, porque una cárcel común no era posible.
No me gusta dar consejos, pero le sugeriría a los técnicos de hoy día que examinaran cómo se hicieron esas dos cárceles en tiempo récord.
¿Hubo momentos donde pensó que no encarcelaría a Manuel Contreras y Pedro Espinoza? ¿Cómo se realizaron esas gestiones entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas?
Esa es la otra cara de esta medalla, que fue muy intensa e igualmente fascinante, porque había que convencer al Ejército que aceptara un fallo judicial y que Contreras fuera a una cárcel común, porque Punta Peuco es una cárcel de Gendarmería, no una cárcel militar como ellos aspiraban.
Esto ocurre cuando Pinochet saca a la calle a los militares. No era una cosa tan institucional, sin embargo, Pinochet usa la institución para hacer dos asonadas militares con el objetivo final, al parecer, de salvar a su hijo del negociado que hizo dos o tres días antes que terminara el gobierno militar, cuando le vende armas a FAMAE. Los Pino-cheques.
En una de esas asonadas los militares, tratando de buscar una solución, estas conversaciones las encabezaba el general (Jorge Juan) Ballerin. Y ponen encima de la mesa una serie de reivindicaciones para darle un cierta justificación a la asonada militar. Algunas eran de tipo material: necesitaban uniformes, mejores condiciones, mejor equipamiento. Una de ellas fue la construcción de una cárcel militar. Y ahí el gobierno, y los que estábamos metido en el tema, nos damos cuenta en las primeras conversaciones, y yo recuerdo perfectamente que a mí me llamaba mucho la atención, la forma tan abierta que los militares hablaban de la posibilidad que Contreras fuera a la cárcel. Se generó un ámbito de confianza de las conversaciones, porque ellos de inmediato lo plantearon como una posibilidad real. Los militares con los cuales nosotros conversamos nunca, nunca, alguno dijo que Contreras no iba a ir a la cárcel. Naturalmente que los militares inicialmente quisieron proponer el lugar. Este proceso lo lidera el Presidente Aylwin y después el Presidente Frei, y de parte de ellos siempre tuvieron claridad absoluta, nunca hubo actitud dubitativa frente al tema.
La única parte donde se llegó una especie de acuerdo, fue que ellos decían que Contreras no podía estar vigilado por gendarmes por razones de seguridad, según ellos. Nosotros creemos que la verdadera razón era efectivamente de seguridad, pero de ellos. Yo creo que ellos temían que en el encierro Contreras empezara a entregar información.
¿Se considera usted una persona clave en la historia de Chile?
Yo siempre digo que me considero un hombre afortunado. La vida me puso en una circunstancia que probablemente no se vuelva a repetir en muchos años, y tal vez nunca en la historia de Chile, como fue construir una cárcel para los principales violadores de Derechos Humanos de la dictadura.
A diferencia de muchos de mis colegas e incluso compañeros de ruta política que permanentemente están planteando que hay que cerrar Punta Peuco porque lo consideran una especie de insulto a la justicia y la equidad, yo lo veo exactamente en sentido contrario. Punta Peuco es parte del patrimonio político y cultural de Chile. El Estado fue capaz en un estado de transición, de encarcelar al jefe de la policía política y máximo represor de la dictadura. Eso es bien irrepetible.
Siempre he sostenido que Punta Peuco debería convertirse en un museo donde la gente vaya y vea cómo en Chile funcionó la justicia. Estoy absolutamente en desacuerdo cuando quieren borrar la historia porque es una cosa que insulta. Yo lo miro al revés. Ahí se consolidó un antes y un después en el proceso de transición a la democracia. En Chile se demostró que era posible hacer justicia con los violadores de Derechos Humanos.
La justicia transicional ha sido destacada como un eje relevante este año, por ejemplo, para entidades como el Instituto Nacional de Derechos Humanos. ¿Cómo califica esta época de la historia?
Era tan importante recuperar la democracia y consolidar el proceso, que los actores políticos de la época eran mucho más generosos que lo que hoy día son. O sea, es cosa de ver hoy lo que le dice la vicepresidenta del PPD a Carolina Tohá, eso era en esos años impensable.
Se generó un ambiente que siempre lo califico muy fraternal. Nadie preguntaba mucho el pasado, de qué partido eras o de qué facción eras. El objetivo era recuperar la democracia, consolidar el proceso democrático, pero veníamos precedidos de una carga histórica bien fuerte que fue la Campaña No. Esta amalgama se produce antes de asumir como gobierno. Se produjo un ambiente de sana alegría democrática, diría yo.
La Concertación tenía todas las condiciones para haberse transformado en un solo partido político, hoy día estamos pagando las consecuencias de ello (...) viviendo una disgregación y casi la muerte.
¿Es Punta Peuco una cárcel de privilegios?
Punta Peuco no es una cárcel de privilegios. Los privilegios los consagran los regímenes más que el edificio. Si uno ve fotos de Punta Peuco, es una cárcel común y corriente. Está llena de muros, de rejas, de serpentina. A cualquiera de los que dicen que es un hotel cinco estrellas, le diría que se fuera a pasar las vacaciones al interior de Punta Peuco.
La gran crítica que se le hace es que tienen buenas instalaciones, que tienen televisores. Esas cosas también se les permite a los presos comunes. Estos presos son delincuentes, cometieron delitos gravísimos, pero tienen una formación en sus hábitos que es distinta al preso común. Eso es así. Eso es parte de la realidad sociológica de Chile. Son gente que tiene buenos hábitos, que en general mantienen sus dependencias aseadas. Cuidan lo que tienen, entonces eso va haciendo una diferencia. Chile es una sociedad que tiene mucha inequidad.
Durante la semana se conoció a través de un artículo de La Tercera que el Ejército se habría molestado con el Gobierno del Presidente Boric, a propósito de una decisión del Consejo de Monumentos Nacionales, que tras una serie de solicitudes levantas por organizaciones de la sociedad civil, se aprobaron 7 lugares utilizados como centros de tortura en la dictadura como Monumentos Históricos. ¿Cuál es su mirada respecto del rol que deben tener las Fuerzas Armadas en este año crucial?
El Ejército, que es el principal protagonista junto a otras Fuerzas Armadas en la dictadura, se hace cargo de un muerto, porque finalmente el golpe de Estado fue un golpe cívico militar. El golpe de Estado no se habría producido si no hay una voluntad política de un sector de la política chilena que impulsó el golpe. Los excesos de violaciones de los DD.HH. lo han asumido integralmente ellos. La comunidad cívico militar que los acompañó se descolgó. Muchos de ellos han reconocido que estuvieron equivocados, que no sabían, pero en definitiva, el Ejército y las Fuerzas Armadas quedaron solos asumiendo los costos que significó la dictadura y la violación de los DD.HH. en Chile. No deberían oponerse o molestarse porque algunos sitios son de memoria, porque finalmente es donde ellos pueden aprender de su historia y no repetir los errores.
El penal Cordillera fue cerrado por el expresidente Sebastián Piñera con altos costos desde el interior de su coalición. Se ha hablado de un eventual cierre del penal de Punta Peuco durante la gestión del Presidente Boric. ¿Está de acuerdo con el cierre de Punta Peuco como un gesto político?
Es interesante lo que pasó con ese penal. Ricardo Lagos se opone tenazmente a la construcción de Punta Peuco y se amotinó cuando se enteró del proyecto. Y luego, cuando es Presidente de Chile, él creó el Penal Cordillera, que no tenía ninguna medida de seguridad (...) era una pequeña colonia de veraneo. Piñera asume los costos después de una entrevista que da Contreras, donde trata casi de mozo a un gendarme. Piñera reaccionó bien e hizo lo que tenía que hacer.
Esta cárcel (Punta Peuco) que se extinga el día que ya no existan estos criminales de la dictadura vivos. La naturaleza habrá hecho la justicia que a lo mejor muchos claman. Es curioso que este Gobierno, el Frente Amplio, ha tenido más claridad frente al tema. Hay que recordar que Michelle Bachelet quiso cerrarlo el último día, cuando ya estaba por entregar la banda. Yo creo que fue un error lo que estaba cometiendo la Presidenta Bachelet, un error grueso que el ministro Jaime Campos, en el libro hablo en detalle de esto, salva la situación. Creo que el camino, si me preguntan, es que Punta Peuco se extinga junto con los presos que hay hoy día.
Quizás el Gobierno, las bases del Frente Amplio, podrían no contener una crisis de este tamaño…
Hoy es más prudente callar. El tema de los indultos ha tenido un costo gigantesco, no cabe ninguna duda. Fue un mal paso que ha tenido un alto costo para el Gobierno, de modo que cerrar Punta Peuco, probablemente, significa abrir una brecha en otra línea, en la cual no están las condiciones políticas para hacerlo.
Cerrar Punta Peuco no significa nada, en definitiva, más que satisfacer un poco las aspiraciones de un grupo que no sabemos qué magnitud tiene tampoco. No creo que el Gobierno esté muy dispuesto a abrir una brecha en un momento donde lo que tiene que hacer es estabilizar su gestión.