[Entrevista] Mariana Enríquez: El amor por Suede, los fandoms, conocer a los ídolos y su Spotify Wrapped

La escritora argentina Mariana Enríquez acaba de lanzar Porque demasiado no es suficiente. Mi historia de amor con Suede, un libro personal e íntimo sobre cómo a los veinte años comenzó a enamorarse de esta banda británica que marcaría su vida hasta el día de hoy. La historia va más allá, eso sí. Este libro es también un ensayo sobre el fanatismo, una reflexión sobre cómo y por qué nos volvemos fans.

Enríquez, quien además ejerció como periodista de música durante muchos años en su país, plasmó en el libro varias de sus experiencias en este mundo.

¿Cómo el ser fan nos permite conectar con otras personas? ¿Es una buena idea conocer a los ídolos? ¿Se vive de la misma manera el ser fan cuando eres chica, una persona no binaria -por ejemplo- y cuando eres varón? En esta entrevista platicamos de estos temas y más, con Mariana Enríquez, quien además aprovechó de revelar su Spotify Wrapped de este año. Una conversa extendida como pocas que ocurren hoy en día.

¿Hay una mística distinta entre las fans, las chicas, y los fans varones?

Yo creo que los varones no son fans, en general, pero porque es una cosa que ellos se prohíben a sí mismos porque implica mucho sentimentalismo, mucha cursilería, llorar, gritar, esperar, sacrificar, todas cosas que ellos hacen pero con el fútbol, no con otras cosas. En general no con expresiones culturales. Cuando digo que lo hacen con el fútbol, lo digo concretamente. Yo la primera vez que vi llorar a mi papá fue con el campeonato que Argentina ganó en el 86, y le habían pasado cosas antes. Pero siempre se contuvo, quiero decir. A él le gustaba la ópera pero jamás hubiese llorado por Caruso. Yo sí, si hubiese llorado si hubiese sido fan de Caruso.

¿Qué te dijo la banda cuando supo que habías escrito el libro o que estaban en este plan?

El bajista que es con el que me comunico, me felicitó, me dijo que le encantó la tapa y me lo pidió. Los chicos de Montacerdos quedaron de mandárselo, me dio la dirección de su casa. Él fue muy generoso porque podría tranquilamente haberme pedido que se lo mande a la oficina del mánager o a cualquier otro lado oficial que tengan. Le dije: “Mirá, puse todas mis obsesiones con ustedes”. Bueno, justo con él no, pobre, no es objeto de nada, pero no me dijo nada más, como que asume como que ya está. Me dijo que le interesaba sobre todo saber cómo era posible que una banda que él consideraba que era absolutamente local, de las afueras de Londres, con una experiencia muy particular de ahí, lograra identificar a una persona en América Latina, en Singapur o Japón.

¿Qué piensas de la frase “jamás conozcas a tu ídolo”?

Es un poco cierto. A veces lo que te puede pasar con una persona que admiras mucho es que está en un mal día, que es una persona malhumorada, que no tiene ganas de recibir gente, pueden pasar un montón de cosas y eso es muy destructivo porque vos lo que armaste en tu mente no es real tampoco. Entonces cuando te destruyen una fantasía es casi, para mí, es como el proceso de estar escribiendo un libro y de repente darse cuenta en la mitad que lo que estoy escribiendo no funciona. Es ese tipo de decepción, decir “todo esto que creé se derrumba”. Y es preferible que no suceda. Con Suede no me dio mucho miedo porque tuve un momento en que los dejé de escuchar y se derrumbaron solos, pero luego fue al contrario. Conozco varias personas que conocieron a sus ídolos y la pasaron bastante mal. Algunos con advertencias de mi parte porque como fui periodista de rock hay muchos que conocí.

En tu libro hablas sobre esta manera establecida de reportear la música y escribir sobre ella, que es hablar de la producción, del sello, del estudio de grabación pero donde no había mucho espacio para el sentimiento. ¿Crees que eso ha cambiado?

Cambió un poco, creo. También es cierto que ya no hay tanto periodismo musical, ese viejo periodismo un poco desapareció pero los nuevos sí son bastantes más abiertos a ver la totalidad de la cuestión que incluye las letras. Siempre me impresionó muchísimo, que no escuchan las letras de las canciones, y hay una dimensión del fan donde es una de las primeras cosas en las que se fija porque ahí están todas las pistas. Tengo un amigo periodista y músico, que es fan de Lana del Rey, y ya que reconozca que es fan y que vaya por ahí con la remera y que sea un chico heterosexual, me parece fantástico. Ramiro se llama, de la banda Las Armas. Con él hablamos de las letras de las canciones. De las chicas cantautoras que me gustan todas, muchísimo, todas son grandes letristas y a veces te dicen: “no entiendo mucho de Mitski…”. Y yo les contesto: “Yo no digo que la canción no sea increíble, ¿pero escuchaste la letra de tal canción?”, y me dicen “no tanto”. Y es porque la parte lírica nunca pasó a ser lo más importante. Yo creo que a los fans y sobre todo a las fans mujeres y de diversidades, les pasa totalmente lo contrario. Es muy raro, porque hay un montón de hombres que son fanáticos de Bob Dylan y vos decís: “¡¿Pero entonces esta gente qué está escuchando?!”. Dylan es letra, son excelentes las canciones, ganó el premio nobel de literatura.

Hace poco estuvo Taylor Swift estuvo en Argentina, entiendo que no pudiste asistir. ¿Cómo viviste todo lo que ocurrió?

Yo ya soy grande, cuando partió Taylor me parecía una chica muy talentosa pero después cuando fue una mujer, por fin pude escucharla desde un lugar y experiencia que podía entender. Yo no viví toda la espera de esa chica que se compró el disco de Taylor cuando ella tenía 17 años. La parte política me pareció interesantísima. Taylor es una figura que habla de dinero, de su vida y que cuando la cuestionan te puede decir “Dylan sacó un disco entero sobre la separación de su esposa y es uno de los mejores discos de la historia”. Algo que es verdad. Ver los videos en Argentina de chicas que vienen de los barrios, de chicas morenas, de chicas que entendieron muy bien esto de que Taylor dijo “no voy a votar a un candidato que esté en contra de tal y tal cosa”, y que ellas lo hayan hecho propio en el sentido de que tenían que estar en ese mismo lugar, en ese posicionamiento, me pareció muy interesante, muy poderoso y me parece notable que haya un despertar político a partir de ser fan de un artista que no necesariamente es una artista política. Hay un entendimiento de qué representa esa mujer, de alguna manera. Le veo muy pocas cosas negativas al fenómeno.

¿Te pasó escribiendo sobre música, o en tu vida no periodística, que ocultabas que te gustaban algunas cosas o que te daba vergüenza escucharlas?

Al principio, cuando era más joven, sí. Y no solo bandas sino al revés, fingir que me gustaban cosas que no.

¿Cómo qué?

Joy Division, por ejemplo. No me gustan, me parecen aburridísimos. La gente me lleva a la radio y me pone Joy Division y quiero morir. The Smiths también fingí que me gustaba. Morrissey, Blur… Bueno, a mi no me gusta el rock argentino, por ejemplo. Algunas cosas, sí: Gabo Ferro, algunas cosas de Spinetta, pero no me gusta Soda Stereo. También me ningunearon por mis gustos pero era mucho más común fingir que me gustaban algunas cosas porque se consideraban “correctas”. Soy muy fan de Florence and the Machine pero me gusta igual que Taylor Swift, y durante un montón de tiempo yo decía: “la que a mí me gusta más es Florence…”. Hasta que me di cuenta que luego, a fin de año, viene la encuesta Spotify y el número 1 iba a ser Taylor, el 2 Lana, el 3 Suede y el 4 o 5 Nick Cave, que no es que lo haya escuchado menos sino que ya lo escuché mucho en mi vida.

¿Y fue realmente así?

Sí.

¿Cuál fue la canción que más escuchaste?

“Hits Different” de Taylor.

Para muchas personas el debate de separar o no al artista de su obra es un súper tema, pero tú lo tienes muy resuelto.

A mi me parece impracticable no separarlo. Con un artista es muy difícil porque te pongo un ejemplo concreto: escuchas una canción en la radio que te gustó mucho, que te moviliza, entonces: ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a ir a la comisaría a preguntar si esa persona cometió un delito? O venís escuchando un artista durante un montón de tiempo, te parece que es genial, y te enterás de algo que pasó. Eso puede ser un shock pero ¿por qué dejarías de escucharlo? Lo que opine el artista es muy diferente a lo que produce, lo que produce, en general, muestra su personalidad, pero no está sólo eso. Si uno ve a un escritor, cuando escribe es como que te dictara, como que la cabeza no puede ir tan rápido como lo que va escribiendo, y eso es porque lo que sale viene de lugares donde no todos son conscientes. Todos somos una mezcla de cosas oscuras, de cosas perversas, horrorosas y un artista expresa esa complejidad humana. Si uno tiene un nivel de tolerancia que dice: “bueno, este señor o esta señora no, porque hizo tal y tal cosa…”, bueno, no me parece ni bien ni mal que uno no tenga ganas de escucharlo. Es normal, pero para mí no tiene tanta importancia porque lo que busco en un artista es que me cuente su propia oscuridad.

No sé si te habrán contado pero acá en Chile una canción de Suede fue muy importante por un programa infantil.

Jajaja. Sí, no lo entiendo, no lo puedo explicar.

Por favor haz que lo vean.

Ellos lo saben, se lo pasé yo el video a Matt (Osman), y me dijo que no lo entendía. Y yo le dije que tampoco y que tenía que hablar con un fan chileno. Le dije que era muy importante. Él iba a venir a Chile cuando fue la pandemia y me dice: “No sé cómo nos va a ir porque no sé si nos conoce mucha gente allá”. Y ahí le dije: “¡Sí!”, y le mandé el video.