Economía y medioambiente: Ciclo de entrevistas para reflexionar sobre el planeta que habitamos

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Siempre se dice que estos dos conceptos son antagonistas y que uno es sacrificable en función del otro. ¿Se puede aplicar un sistema económico si no considera la crisis ecológica actual? ¿Hay otras formas aparte del extractivismo? En Superciudadanos, comenzará un ciclo de conversaciones junto a la Fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES) para dilucidar respuestas en torno a este tema.



De cara a la nueva constitución y a un año de elecciones trascendentales, se hace relevante concientizar respecto a nuestra relación con el medioambiente. Para conversar sobre esto, Christian Sánchez, director de Proyectos de FES, visitó Superciudadanos. Y aquí te dejamos un extracto de la entrevista.



Respecto a lo que significa hablar de economía y medioambiente. ¿Desde dónde se involucra FES en este tema?



Durante los últimos 40 años en el mundo occidental, los economistas son la disciplina que más peso ha tenido sobre la vida social en su conjunto; y las decisiones que ellos toman son decisiones que nos afectan a todos. Tanto, o más que la política. De hecho, en algún momento en Chile se dijo que había que dejar que hablaran los expertos en vez de los políticos; y siempre se hablaba de economistas. Nunca se hablaba de psicólogos, trabajadoras sociales, fundamentalmente economistas.



Ha habido gente del mundo de la ciencia, muy distinguida, como el profe José Maza, diciendo que los economistas han sido lo peor que le ha pasado a nuestra sociedad...



Hoy estamos en un momento que es un poco la vuelta de los años 90. En que de alguna manera vemos mucha gente de otros campos de la ciencia decir 'hasta cuando le hacen caso a los economistas escúchennos a nosotros', pero también desde la sociedad. Y tiene que ver un poco con que hay un cierto techo respecto de la acción de la economía en la sociedad. La economía es solo un cuerpo del conocimiento. 



Ahora, desde la fundación, siempre se ha planteado la idea de que un desarrollo tiene que ser sustentable y socialmente justo. No puede haber desarrollo económico si no hay sustentabilidad y no hay justicia. Desde ahí viene la mirada con que nosotros articulamos la conversación de la economía con otras áreas, fundamentalmente con el medioambiente. No diferenciamos entre temas de economía y temas medioambientales, sino que hablamos de temas de transición social ecológica. Y entendemos la transición social ecológica como una mirada hacia un desarrollo económico que esté basado en la justicia social, en la satisfacción de las necesidades elementales para el conjunto de la población y no solo aquellos que les vaya bien dentro de la población. Pero a la vez que tenga un respeto irrestricto por el sistema biológico, la tierra; y que de alguna manera renuncie al extractivismo como el eje de la vía económica. 



Pocas veces escuchamos mencionar dentro de los discursos económicos la desigualdad como algo relevante. ¿Qué tan importante crees que se vuelve esta conversación donde tanto lo medioambiental como la desigualdad social son fundamentales en el motor para construir esta nueva constitución?



De alguna manera el ciclo que hemos vivido como país, durante por lo menos los últimos 10 años, ha sido un ciclo en que hemos tenido mucha mayor politización. Para los que vivimos en las grandes ciudades, esa politización ha venido de la mano de los estudiantes y de la gente contra el sistema de pensiones. Y para la población que vive en regiones y territorios, que muchas veces son los que pagan los costos del extractivismo, en este proceso fueron organizándose y haciendo una acción primero de protesta pero cada vez más organizativa. Y todo se condensa en el ciclo que ha venido después del estallido. Sin esa organización, sin ese proceso largo de los últimos 10 años, no tendríamos los resultados que tenemos en la convención constitucional. Donde tenemos impugnadores como el Frente Amplio o Apruebo Dignidad y el surgimiento de listas de independientes, donde gran parte de convencionales son activistas por los territorios o profesionales que se fueron a trabajar en investigaciones y que de alguna manera se fueron volviendo activistas por ese territorio. Esos procesos de politización también han devenido en liderazgos que hoy día están en la discusión y que van a llegar a decidir el modelo de desarrollo para los próximos 30 o 40 años.




¿Cuán relevante es que dentro de esa discusión también esté presente la educación? Como el hecho de que la educación también sea un motor que no solo nos permita comprender esa conversación entre economía y medioambiente sino que también la economía mire a la educación como algo relevante, fundamental, en nuestra sociedad. 




Durante gran parte de los últimos 30 y 40 años, para algunos la educación fue un espacio de formación ciudadana y de saberes mínimos. Pero para la economía la educación era un espacio de capacitación, donde la gente tenía que aprender cosas que sirvieran. La educación también puede ser un espacio de construcción de comunidad, de vinculación con el territorio y de miradas sobre la economía. La economía no es solamente las grandes decisiones, la economía tiene que ver con la creación de circuitos productivos y esos circuitos tienen distintas escalas. Pueden tener escalas locales y no solamente escalas globales. Por ejemplo, cuando se habla de soberanía alimentaria, en que la gente pueda acceder al uso y manejo de técnicas que les permitan cultivar alimentos en sus casas, puede tener incidencia en la vida cotidiana de las personas; y en la vida económica también. Entonces, tenemos que replantear de verdad cómo vamos a seguir explotando los recursos naturales. No solamente porque haya que respetar el medioambiente sino que también por un tema de sobrevivencia. La crisis ecológica que estamos viviendo es una crisis fundamental en el desarrollo de los países a mediano plazo. Cualquier conversación a mediano plazo sobre la economía, tiene que partir de la premisa de la crisis ecológica. 




¿De qué manera esta constitución nos obliga a mirar al futuro? ¿Cómo crees que la economía va a tener un rol en esa conversación dentro de esa constitución? ¿Cómo crees que va a ocurrir?




No sé, justo lo conversaba ayer con una amiga socióloga muy cercana. Lo único que se puede decir es que no va a pasar lo que uno piensa que va a pasar en Chile. Nadie podría haber dicho que iba a pasar este proceso que estamos teniendo. Hemos tenido violaciones sistemáticas a los DDHH en el que se nos vinieron las peores pesadillas a la mente, pero hemos logrado salir articulando más democracia, más elecciones. Entonces, no es tan fácil decir que va a pasar. Lo que sí creo es que lo que termine resultando puede tener un nivel de legitimidad que no hemos tenido hacia atrás. A lo mejor puede que nuestra constitución no vaya a decir tanto sobre cómo tiene que estructurarse la vida económica, pero sí, regule ciertas cosas básicas que le pongan un rayado de cancha a esa vida económica para el futuro. 




Por ejemplo, en qué estatus van a quedar los bienes naturales o la naturaleza dentro de esa constitución. ¿Qué va a decir la constitución sobre las zonas de sacrificio? Porque en Chile nos hemos acostumbrado a que hay algunas personas que pagan concentradamente el costo de nuestro desarrollo. Y nos olvidamos. Y como son zonas donde vive poca gente, en relación a una gran ciudad, claro, aparece cuando tiene una crisis, cuando se toman la carretera, pero después desaparece. La sensación que yo tengo es que, por lo menos, tenemos una mayoría no menor dentro de la convención que tiene a lo menos una actitud distinta frente a estos temas. Y hay un número importante de gente que es activista o que son científicos incluso que para los cuales la disputa medioambiental es la principal disputa. Entonces, la sensación que tengo es que esta vez el tema del modelo de desarrollo va a ser un tema relevante en la discusión constitucional y no precisamente para dejar el mayor ancho de banda posible y que el mercado regule por sí mismo. No podemos decir cuál va a ser el resultado de esta convención en temas de modelo de desarrollo, pero sí vamos a tener una constitución que algo va a decir al respecto y que ese posicionamiento no va a ser neutro ni que deje por debajo a las personas, al parecer.





Pensaba también en la idea de progreso, y esta sensación de que lo que está asociado al progreso muchas veces implica arrasar con cualquier cosa. ¿Cómo crees que se vislumbra este concepto? 




Como lo queramos significar. En historia, hay un área muy bonita que se llama historia conceptual. Hay un alemán que mira un poco cómo los conceptos van cambiando, porque los conceptos son una disputa siempre. Y en eso la noción del progreso tenemos que disputarla, o el éxito también. ¿Qué es tener éxito en la vida? Y ahí hay una noción latinoamericana que tiene que ver con el origen, de la vida buena, del buen vivir, que tiene que ver con saber existir, con co-habitar, que pueden tener una mirada distinta o aportar una mirada distinta a cómo entendemos el progreso, no solamente como la acumulación o como el lograr incrementar. Ahí hay toda una mirada dentro de la economía que tiene que ver con 'si podemos crecer para siempre' o si hay que plantearse una noción en que no tengamos que estar siempre creciendo económicamente, sino que el foco pudiera estar en que vivamos bien. Y qué vamos a entender por vivir bien. ¿Vivimos bien cuando parte importante de nuestra población no puede salir de la pobreza trabajando todos los días? 




Este ciclo de entrevistas se realizará todos los miércoles por Super Ciudadanos, con excelentes invitades de la sociedad civil organizada para preparar motores previo a la nueva constitución. Y si quieres revisar la entrevista completa pincha aquí: