“Douglas” de Hannah Gadsby: Las partes y el todo
El 26 de mayo se estrena en Netflix el nuevo show de la comediante australiana, con el reto de suceder al exitoso “Nanette”.
En tiempos en que buena parte de la oferta cultural se ha trasladado al online de maneras más bien tradicionales, acomodándose estoicamente a los límites impuestos por la nueva materialidad, se agradece que de vez en cuando se alcen voces en nombre de lo raro y singular, lo queer propiamente dicho. El nuevo espectáculo de Hannah Gadsby, “Douglas”, aparece en un momento necesario: está pensado para circular por internet como obra completa, así como también en pequeños fragmentos. Lo que no les quita universalidad.
Si hay que identificar un hilo conductor en “Douglas”, es aquel que Gadsby construye, a punta de un nerdismo delicioso, sobre lo que se siente habitar una mente especial. Una mezcla entre homenaje y manifiesto al significado de ser autista y “no caber” en el mundo (a lo que se añade un cuerpo no binario y una sexualidad disidente). Acá, ni su profesora de la básica se salva.
En “Douglas”, el espíritu de denuncia que marcó a su predecesor “Nanette” (2019) se suaviza, para dar paso a un humor que es aún filoso, pero más amable y compasivo, con ella misma y para el público. Del show anterior queda la reflexión sobre las categorías, haciéndose cargo de las críticas que sufrió referidas a que “eso” no era comedia, sino simplemente un monólogo (técnicamente todo stand up lo es). Ahí también están el análisis del machismo y el paternalismo que palpita en lugares tan aleatorios como las consultas médicas, o en las aparentemente inofensivas conversaciones de parque con los dueños de otros perros (uno de los suyos es el que le da nombre al espectáculo). Qué decir del arte y su historia, quizá el punto más alto del espectáculo.
En esta entrega, Gadsby también ahonda en la exploración del meta humor como un posible nuevo género. Al comienzo, la comediante dedica varios minutos a distribuir un glosario “preparatorio”, y a contarnos la estructura del show (lo que corresponde de hecho a su primera parte). Es en este segmento donde la comediante distribuye las miguitas a las que recurrirá durante la hora siguiente, reuniéndolas magistralmente hacia el final: un ejercicio que transparenta el funcionamiento de su propio cerebro.
“Douglas” reafirma el talento y particularidad de una artista que encontró el equilibrio y también su lugar en el mundo de la comedia, para lo que necesariamente debió romper con sus parámetros.
Lo que se verá en Netflix a partir del 26 de mayo incluye bastantes guiños al público estadounidense, que Gadsby supo bien adaptar a las realidades locales durante su gira europea en octubre y noviembre pasado, cuando cruzar las fronteras en tren todavía era normal. “Douglas” se vuelve, sin quererlo, un referente adecuado para navegar el resto de este año, uno marcado por la antinorma.