María Paz Rodríguez, escritora: “Vivimos en una sociedad donde hasta el desborde es restrictivo”

La escritora nacional, editora de Neón y magíster en Literatura Hispanoamericana habla de su nuevo libro Arca (TusQuets, 2024), donde Lucas y Alia son hermanos y trabajan activamente en una ONG que investiga el varamiento de las ballenas sei en el sur de Chile, durante ese proceso también conocen a Laura, una chica música que carga con el peso de un oscuro episodio de su infancia. Una novela que aborda la pérdida, los vínculos familiares, el poder transformador del arte y las complejas formas en que se expresa el deseo.

Por Catalina Segura 

¿El triángulo entre los tres personajes principales de Arca (Lucas, Alia y Laura) y también como figura simbólica durante todo el libro fue algo que planificaste?

En general, sobre todo en los vínculos afectivos, siempre hay alguien que no cabe, alguien que va a ser excluido o que va a ser elegido. Y en ese sentido, esa triangulación se fue develando en la medida que fui escribiendo el libro y sentía que había algo más misterioso. 

El triángulo es una figura que me gusta mucho, la tengo tatuada. Me parece que para que exista el deseo debe haber siempre un número tres, es decir, una cosa, la otra y una tercera cosa que se escapa y que es la que te mueve.  De repente fue una figura medio iluminativa, empecé a ver la geometría sagrada que significa un triángulo cerrándose perfecto y me llamó la atención. Al final, lo que habita nuestro inconsciente, traspasa a la escritura, se cuela de forma involuntaria a veces. 

Creo que de alguna manera, lo que yo quería problematizar en Arca, tenía que ver con el deseo y también con la sublimación, con el arte propio del deseo, que tiene una fuerza creativa y destructiva que solo se podía movilizar a través de esa figura en particular.

¿Fue difícil construir estos personajes y sus vínculos, especialmente considerando la complejidad y la sensación de no pertenencia que porta cada uno de ellos?

Me costó mucho, años. Arca la reescribí tres veces para entender realmente de qué iba. Los vínculos que hay en el libro son bastante raros y me tuve que sumergir dentro de ellos. Yo sabía que mis personajes tenían que ser complejos, que tuvieran desencuentros constantes entre ellos, de amor, pero también de dolor, de extrañeza y de imposibilidad.

Pienso en el personaje de Lucas, que desde la edición quisieron borrar y que defendí porque me parecía lógico que estuviera ahí, un hombre que de pronto se enamora de esta chica o cree que se enamora de esta chica lesbiana que también era un imposible, de alguna manera. Me interesaba que ellos formaran parte de esta generación que ya no viene a seguir al público, sino más bien a repensarlo.

¿Te relacionas mucho con esa generación?

Sí, o sea, tengo mucho contacto con gente de la generación de los 90’s. Me parece que la gente que hoy tiene veinte o treinta, tiene otros rollos y por ahí iba mi curiosidad. Quería retratar personajes muy luminosos dentro de una gran complejidad. Creo que escribir esa sensación de no pertenencia y hacerlos habitar una isla poderosa en cierta forma me identificó, porque escribir es estar solo y darle cuerda a ficcionar escenarios que muchas veces no conoces y desde ahí tramar otro mundo, otra posibilidad. Eso me pasa con esos personajes, que vienen cargados de ciudad, mundo, adultez y familia.

La familia aparece en todas tus obras, ¿por qué te llama tanto la atención habitar ese concepto y qué rol toma en esta novela en particular?

Soy una estudiosa y observadora de los vínculos familiares. Por un lado, lo que hablamos acerca de la pertenencia: creo que la adultez es tratar de buscar esa pertenencia, tratar de emigrar de la familia y de no repetir patrones en muchos casos, o en otros incluso intentar cortar desde cero con ella.

En mi caso, no hablaría de mi familia, porque la verdad es que no va por ahí mi tema, sino que tiene que ver con cómo me veo dentro de una "tribu" y desde dónde lo tomo. Cómo se perpetúa aquello. Casi todo lo que sé de los vínculos de hermanos, de padre, de madre, lo he estudiado porque me interesa. El vínculo con el abuelo o la abuela también, por el peso simbólico que tiene. Cuando logro entender esos espacios, puedo imaginar mejor a quién quiero representar y cuál es su trauma o su conflicto. Siempre hay que mirar atrás, donde se repiten los problemas y dilemas entre las personas y eso pasa especialmente en las familias.

En tu caso, ¿cómo ha sido la experiencia de maternar mientras escribes una novela, crees que afectó de alguna manera tu lado creativo y profesional en este proceso?

Yo tuve a mi hija a los 40 años, lo que es bastante distinto a tener un hijo siendo una mujer más joven. No hice caso a muchísimas cosas que me dijeron y que hasta el día de hoy no me las compro. En mi caso, escribir, editar, ir a clases o hacer talleres son cosas que forman parte de mi vida profesional, que se retroalimenta con la vida con mi hija. Mi vida es creativa, feliz y bastante gozosa porque he tratado de hacerlo así y de poner límites. Es un aprendizaje diario, y entiendo perfectamente todo el discurso que se genera en torno a los hijos; no lo veo como algo en contra de ellos, sino más bien contra un imaginario que existe.

La maternidad, para mí, es un trabajo que también es muy creativo. Es impresionante observar cómo se desarrolla un ser humano desde que nace. Aunque es trabajoso, no siento que me haya quitado tanto, porque sigo escribiendo y trabajando. La maternidad también despierta la creatividad. Me di cuenta de que, en el fondo, soy una educadora de párvulos, aunque no lo sabía antes. La verdad es que la mezcla entre ser madre y ser creativa es algo de lo que no se habla casi nunca, y creo que es increíble y no deberíamos hacerle tan mala prensa.

¿Qué te llevó a abordar la fiesta en esta novela como un proceso quizás de purga y liberación?

Vivimos en una sociedad donde hasta el desborde es restrictivo. Es difícil encontrar espacios donde poder ser real, donde nos conectemos desde una emocionalidad o desde un trance o una conexión física, incluso sexualmente ser más abierta es todavía muy castigado. Creo que el desborde y la fiesta es una instancia sumamente creativa, profundamente humana y necesaria, porque por unas horas la razón queda en otro lugar. 

La fiesta es justamente abrir estructuras, es ver qué es lo que sale de una misma y creo que las ideas aparecen en ese goce ya profundo de la noche y de la conversación. Porque creo que ahí uno entra en dimensiones un poco distintas, dimensiones donde el verdadero deseo puede aparecer. Creo que hay que darse ese espacio porque si no, podemos convertirnos en una sociedad súper mecanizada y precaria a nivel de las necesidades que existen como humanos. 

En ese sentido, pienso en las bacanales en Grecia, que eran instancias de transmitir y sentirse conectados con el resto, donde lo expiatorio, como el demonio, la oscuridad y la sombra salía a la luz. Actualmente, tenemos todo eso controlado; a veces compramos una entrada, consumimos drogas que sabemos lo que nos harán o cuánto durarán, y todo está secuenciado y estructurado. Nos han enseñado que el lunes a primera hora todo eso tiene que terminar, porque estamos llamados a vivir la vida de una manera muy alienada.

Me parece muy atractivo investigar ese espacio; lo busco, porque todo el estímulo que significa la fiesta también es vulnerable al no tener estructura, obvio esto implica muchas veces hablar de un estado alterado que puede producir el alcohol, las drogas, el sexo, y todo ese conjunto, que encuentro muy interesante.

Hablando de espiritualidad, en Arca los personajes, especialmente el triángulo principal, atraviesan momentos de crisis en su desarrollo, digamos lo que popularmente se conoce como una “noche oscura del alma”. ¿Sientes que transitaste algo similar mientras escribías?

Sí, totalmente. Creo que la he transitado varias veces en mi vida, sobre todo escribiendo. Arca fue quizás una de las más fuertes, una novela que escribí con mucho dolor, por distintas situaciones que estaba viviendo y también por cosas que fui descubriendo en su escritura. De alguna forma fue la energía contenida lo que le dio una pulsión narrativa. Los personajes, por ejemplo, están en esa etapa en la que sufren porque van a cambiar; van a ser otros después de ese recorrido que hacen en el barco a la isla y todo lo que pasa entre ellos. Pero para llegar a ser esos otros, tienen que tocar lo más bajo, estar en la oscuridad, habitarla y luego darle la vuelta.

En lo personal, creo que casi todo el tiempo suelo hacer crisis, y de cada una de ellas ha nacido algún tipo de texto. En general, mis libros son escritos visceralmente, y creo que la oscuridad los impulsa. 

Has hablado antes sobre por qué te interesan las ballenas y tu conexión con ellas. En Arca, mencionas que las ballenas "vuelven a aparecer". ¿Qué significa para ti ese regreso?

Creo que representa el pánico a no tener algo que decir, a no tener una idea, a no estar escribiendo. Eso me da miedo. Bueno, aparte de mi hija, que también me da miedo todo lo que afecta su bienestar. Pero sí, ese es mi miedo: perder las ganas de escribir, más allá de que si le va bien o mal a un libro. En mi propia mitología, la ballena tiene un gran significado. Desde niña, me he sentido identificada con personajes como Jonás o Pinocho, que han habitado dentro de este animal y han salido como nuevos iniciados, o como dice en el libro, que sus ballenas han vuelto a aparecer.

Esos regresos tienen que ser algo esperanzador, porque este libro puede ser muy triste y mostrar escenarios desoladores respecto a la condición humana y los animales. Aún así, sigo creyendo que hay cosas que nos van a salvar una y otra vez, el amor por el arte, por ejemplo. 

¿Hay novedades en tu editorial Neón este año?

Vamos a lanzar un libro de María José Cumplido. Se trata de un rescate de dos diarios obreros feministas de principios de siglo, que fueron redactados y publicados por mujeres que trabajaban en fábricas y en distintos lugares. Estos diarios hacen denuncias sobre la desigualdad de género, la violencia de género, entre otros temas. Uno de ellos se llama La Arbolada y el otro, La Blanca. María José realiza un análisis actual sobre la situación de género, reflexionando sobre cómo estas mujeres, a pesar de estar tan avanzadas en sus reivindicaciones, se enfrentan a problemas que no han cambiado mucho respecto al abuso, el trabajo y la maternidad.

Recomendación literaria de la autora: El Nacimiento del Deseo, de Abadi Florencia.

Libro: El nacimiento del deseo, Florencia Abadi

Musica: Shadow Tears de Live Asylum

Serie: Amiga Estupenda

Película: La Grande Bellezza de Paolo Sorrentino