El conflicto histórico que ha hecho que los franceses se tomen las calles
Las calles en Francia volvieron a ser territorio de protesta luego de que el 27 de junio la policía francesa asesinara a Nahel Merzouk, joven de argelino que, presuntamente, se negó a un control de tránsito.
El hecho trajo al debate público una problemática que el país europeo no puede seguir ocultando: la marginalización y discriminación hacia ciudadanos de origen afridescendiente o árabes.
Un conflicto cuya raíz se encuentra en el pasado colonial de Francia y que tiene al gobierno de Macron en una encrucijada político histórica.
Por Claudia Fica Pantoja
El 27 de junio recién pasado, Nahel Merzouk conducía un automóvil deportivo de alquiler cuando dos policías lo señalaron para un control de tráfico. El joven de 17 años aceleró y uno de los agentes le disparó. La muerte del adolescente ha vuelto a movilizar a la encendida comunidad francesa.
El estallido de indignación y disturbios se extienden desde Nanterre, ciudad natal de Nahel ubicada a las afueras de París, hasta el corazón de la capital francesa. El Ministerio del Interior calcula que se han detenido a más de 2.000 personas y el 30% de los manifestantes son menores de edad; según Gerald Dormanin, ministro del Interior, se han movilizado más de 45 mil agentes en todo el país.
Más de 2.500 incendios en la vía pública; más de 2.000 vehículos incendiados; más de 700 tiendas saqueadas, Más de 500 gendarmes heridos, esos son los cálculos que deja las protestas
El Presidente de Francia, Emmanuel Macron, calificó el asesinato de “inexcusable” e “inexplicable”, y las protestan han provocado que el mandatario cancelara viajes internacionales.
Sin embargo, especialistas en el tema están en desacuerdo con la ausencia de explicación que propuso Macron. Crystal Fleming, profesora de sociología en la Universidad Stony Brook de Nueva York, dijo a Made for Minds, que “no es inexplicable. No es un misterio. Es racismo”.
“EN FRANCIA, LAS PROTESTAS SE DAN EN LAS CALLES”
La democracia como la conocemos se sustenta en la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero si buscamos entre sus antecedentes e hitos que permitieran su declaración, la Revolución Francesa sería una respuesta inmediata.
El 14 de julio de 1789 el pueblo de Francia tomó la fortaleza de la Bastilla como muestra de la profunda indignación hacia la monarquía. Los mandos y tropas de los regimientos que protegían el edificio, conocidos por ser dignos de confianza, se inclinaron progresivamente a la causa popular.
Luego de este revolucionario hito, las cabezas rodaron a causa de la guillotina. Durante el primer periodo de la Revolución Francesa, el total de condenas de muerte y ejecuciones con la guillotina en todo el país ascendió a 16.594 personas.
El año en que la revolución comenzó, la Asamblea Nacional Constituyente francesa aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, texto que dice: “La Ley sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias” (Art. 8).
**
Samuel Fernández vivió en dos oportunidades en Francia como diplomático. Entre 1970 a 1974 en la Embajada de Chile, en otra ocasión, vivió 1 año y 8 meses con Neruda, y después, y de 1998 a 2000, como Embajador ante la UNESCO.
Es Magíster en Derecho por la Universidad Central y abogado por la Universidad Católica de Chile. También es titulado de la Academia Diplomática como profesor de Relaciones Internacionales y docente de la misma. Ante los disturbios actuales no está sorprendido, ya que, según declara, “el tipo de sistema francés, en donde la protesta se hace en la calle, con desfiles y manifestaciones, han derivado en manifestaciones más violentas”.
“Las protestas son habituales. A nadie le llama la atención. Y en Francia están acostumbrados, y no pasa nada. Pero ellas son normalmente sindicales, por lo que va especialmente de ajuste, salario, condiciones de trabajo, etc, pero ahora no”, comenta el abogado. “Ahora hay un componente migrante. Los que están protestando son migrantes o descendientes, y esto cambia el plano y la actividad de la reacción”, explicó el docente.
Fernández asegura que este es el principio de una nueva ola de protestas o discusión social en Francia. “Pero ahora viene algo más peligroso, porque la gran mayoría de la sociedad francesa, en general, considera que quienes protestan no son franceses”.
Pero es un caso similar en la otra vereda, ya que los franceses descendientes de migrantes, aun con nacionalidad, no sienten pertenecen con su país.
UN CONFLICTO DEL PASADO
Francia fue una de las mayores potencias coloniales en Europa; desde el siglo XVI hasta los años setenta del siglo XX. Para la Revolución Francesa, los gritos de “libertad, igualdad y fraternidad” le pertenecían a los hombres franceses del continente; sin embargo, los habitantes de las colonias eran tratados con represión y forzados a adoptar la cultura y lengua gala.
Después de la Guerra de Argelia, que consiguió la independencia del país africano en 1962 y obligó a Francia a abandonar la mayoría de sus colonias, no obstante, la dependencia económica y política persiste. Cruzado con la compleja situación política y económica de las antiguas colonias, la tendencia de migrar a Francia lleva varias décadas, dejando a las segundas y terceras generaciones con un conflicto racista predecesor a su nacimiento.
Una de las explicaciones ante la agresividad en la protestas es “la cantidad de frustración que hay por parte de muchísimos personas, segunda o hasta tercera generación de migrantes de ex colonias, que se han ido a Francia y con la esperanza de encontrar mejor situación”, comenta Samuel Fernández, Asesor de Política Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores y analista internacional en medios de comunicación a nombre de la Universidad Central.
“Además de los problemas lógicos de adaptación, y siendo francés de nacionalidad, pero no se sienten comprometidos con Francia porque consideran que esta no los ha acogido como debido. ¿En qué sentido? En el sentido de la igualdad”, explica el Embajador (R) del Servicio Exterior.
La revolución de Banlieues
Durante los años 60 se crearon barrios periféricos concentraron a la población obrera, en su mayoría inmigrantes africanos; resaltando entre ellos los argelinos, tunecinos y senegaleses. En Francia son conocidos como “banlieues”.
Son zonas con enormes edificios que albergan hasta 50 apartamentos por planta. Lugares apartados y con mala comunicación en los que viven más de cinco millones y medio de personas. La furia que incendió las calles proviene de la furia de estas localidades periféricas.
Según un estudio del Defensor de Derechos Humanos en Francia, los jóvenes percibidos como afrodescendientes o árabes tienen 20 veces más probabilidades de ser detenidos por la policía.
Macron en una encrucijada
Por otro lado, la respuesta del del Presidente de Emmanuel Macron ha sido catalogada incluso de “autoritaria” al sugerir el martes 4 de julio que el gobierno debería considerar controlar y cortar las redes sociales cuando se produzcan disturbios en el país.
Estos comentarios provienen de dichos de ministros donde culpan a jóvenes que usan plataformas como Snapchat y TikTok para organizar y alentar disturbios y violencia. Si bien la medida sigue en plena discusión, con ella se busca contener al 30% de los protestantes que son menores de 18 años.
Posterior a una reunión ministerial el miércoles, el vocero de Gobierno Olivier Véran, informó que se establecería un comité de todos los partidos para analizar una modificación de una ley sobre seguridad cibernética que actualmente se está tramitando en el Parlamento.
Por el momento, el Gobierno anunció a inicios de semana una ley urgente destinada a la reconstrucción provocada por los disturbios. "Vamos a presentar una ley de emergencia para aplastar todos los retrasos, tener un procedimiento acelerado para reconstruir mucho más rápido", aseguró el mandatario.
Además, el Presidente Macron llamó a un “regreso al orden republicano” luego de más de una semana de protestas que estallaron por la muerte del joven de 17 años, Nahel Merzouk.