En las novelas de Sally Rooney, las relaciones humanas importan (y mucho)

Daisy Edgar-Jones y Paul Mescal interpretan a Marianne y Connell en la adaptación televisiva de ‘Gente normal’. FilmAffinity
José Carregal-Romero, Universidad de Huelva

Desde la publicación de Conversaciones entre amigos en 2017, la autora irlandesa Sally Rooney se ha convertido en todo un referente para el público lector –especialmente el joven, que ha convertido sus novelas en best-sellers– y la crítica literaria –que la ha considerado como una de las voces más representativas de la generación millennial–.

En Irlanda y Reino Unido, su ya popular libro Gente normal recobró notoriedad gracias a la aclamada serie adaptada por la BBC. La propia Rooney coescribió el guión junto a Alice Birch, y la producción fue retransmitida en 2020, en plena época pandémica y de aislamiento social. Quizás en este éxito influyese la defensa que la escritora hace del valor de las relaciones humanas.

Dónde estás, mundo bello, de 2021, es su novela más intimista. En ella, la célebre autora disecciona los peajes de la fama, incidiendo en la fragilidad del ser y ensalzando la amistad como tabla de salvación.

A través del retrato de las relaciones personales, Rooney habla directamente sobre la condición humana en el siglo XXI.

Asumir la debilidad

Como explico en un artículo de reciente publicación, un elemento común en la obra de la escritora es la manera en la que sus personajes se enfrentan a sus vulnerabilidades. Estas se derivan tanto de aspectos sociales (prejuicios de clase, cosificación del cuerpo, etc.) como personales (en el terreno afectivo y el de la salud mental).

En Dónde estás, mundo bello, la necesidad de sentirse independiente lleva a Alice, una de las protagonistas, a temer enamorarse del también inestable Félix y experimentar «la humillación de ser vulnerable a él». En un mundo individualista y competitivo, la vulnerabilidad se vive como una debilidad o defecto que ha de ser ocultado o disimulado por miedo al fracaso. Cuando Frances, personaje central de Conversaciones entre amigos, ha de subsistir gracias a su amante, el millonario actor Nick, decide «actuar de forma divertida y despreocupada» para no hacerle sentir «incómodo» ante su falta de dinero.

Una mujer está tumbada en la cama casi a oscuras mientras un hombre sentado a su lado le acaricia la cara.
Joe Alwyn y Sasha Lane interpretan a Nick y Frances en la adaptación televisiva de Conversaciones entre amigos. FilmAffinity

También parece cierto, por tanto, que la vulnerabilidad ajena (incluso la de aquellos que más queremos) genera cierta aversión. No obstante, al final de sus novelas Rooney introduce un giro narrativo hacia una apertura emocional que refuerza los vínculos afectivos entre los protagonistas, una vez que expresan un sentimiento inequívoco de vulnerabilidad compartida.

«Nadie puede ser absolutamente independiente de los demás», dice Marianne en Gente normal, «así que por qué no correr en dirección opuesta, apoyarse en la gente para todo y dejar que se apoyen en ti, por qué no».

Las máquinas no se relacionan

Otra clave del éxito de Rooney es su habilidad de plasmar cómo las tecnologías digitales (mensajería instantánea, redes sociales, etc) influyen en nuestra autopercepción y manera de interactuar con otros, incluso en el plano más íntimo.

En Conversaciones entre amigos, Frances tiene una cita de Tinder: su encuentro sexual con Rossa, un médico arrogante, es igual de intranscendente que el match que les puso en contacto. Sin embargo, esto deteriora su (no definida) relación sentimental con Nick, que finge indiferencia ante la noticia.

Al igual que Frances, los personajes de Gente normal saben bien qué efectos tiene dejar un mensaje en visto, o contestar de tal forma que no se espere respuesta. Con las aplicaciones móviles, podemos registrar y proyectar al mundo nuestras propias experiencias. Sin embargo, perdemos el control de nuestras vidas cuando, como le sucede a Marianne, un exnovio resentido comparte fotos sexuales de ella, condenándola al ostracismo.

Sin hacer juicio alguno, Rooney escribe sobre las posibilidades, pero también los riesgos y malentendidos, que genera el entorno digital. Lo que sí parece claro es que, para cuidar las relaciones humanas, no basta con intercambiar palabras en una pantalla. Alice y Eileen, las dos amigas protagonistas de Dónde estás, mundo bello, solamente pueden reencontrarse (en sentido físico y emocional) una vez rompen la distancia provocada por su tendencia a relacionarse más digitalmente que en persona.

Portada de la última novela de Sally Rooney hasta el momento, _Dónde estás, mundo bello_.
Portada de la última novela de Sally Rooney hasta el momento, Dónde estás, mundo bello. Penguin Random House

Ser uno mismo a través de los demás

Esta última cuestión, el valor de las relaciones humanas, es central en las novelas de Rooney, que crea personajes aislados en su ensimismamiento, obsesionados por que las piezas de su vida encajen acorde a unos planes preestablecidos.

Sus protagonistas finalmente descubren que la autorrealización no está en la popularidad ni en el dinero o el atractivo sexual, sino en el cuidado de sus relaciones más valiosas, en la comunicación honesta y la expresión de los afectos. Son las relaciones humanas, y no el individualismo o la identidad, las que acaban dando sentido a la vida. Así se lo expresa Alice a Eileen: «Si no fueses mi amiga, yo no sabría quién soy».

Es en esta reafirmación de la fragilidad del ser, de nuestra inevitable interdependencia, donde los personajes de Rooney encuentran la fortaleza emocional que tanto anhelaban. Esto mismo descubre Marianne al pensar en su amado Connell, el otro protagonista de Gente normal, tras años de separaciones y reencuentros: «Se han hecho mucho bien el uno al otro. Es así, piensa, es así. Las personas pueden transformarse de verdad unas a otras»The Conversation

José Carregal-Romero, Profesor Contratado Doctor en el Departamento de Filología Inglesa, Universidad de Huelva

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.