Casos de VIH aumentan 7% en el último año en Chile: ¿Qué hay detrás del alza?

En 2022, alrededor de 39 millones de personas en el mundo vivían con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH): 84 mil de ellos son chilenos y chilenas. 

De acuerdo a las cifras mundiales de ONUSIDA, los grupos más vulnerables son personas que ejercen trabajos sexuales (2,5%), hombres que mantienen relaciones con otros hombres (7,7%), gente que se inyecta drogas (5,5/%), personas trans (10,3%) y detenidos en prisión (1,4%). 

Hay 37,5 millones de adultos diagnosticados y 1,5 millones de niños (hasta los 14 años).

En Chile, el Instituto de Salud Pública (ISP) dio a conocer nuevas cifras con respecto a casos de VIH en el país. Los datos revelaron que en 2022 aumentó un 7% de personas diagnosticadas en comparación a 2021. Esto equivale a 5.401 personas. También se reportaron 644 fallecimientos asociados al virus. 

El rango etario que más se vio afectado fue de 25 a 34 años y de 35 a 49 años. Los casos más diagnosticados son de hombres, los que representaron 65 casos por cada 100 mil habitantes. Por otro lado, las mujeres tienen un índice de 8,9 casos, es decir, 957 nuevos diagnósticos.

Sin embargo, estas cifras pueden ser ilusorias, ya que el testeo durante el apogeo de la pandemia disminuyó alrededor de un 50%, esto se traduce en 27.451 exámenes menos que en 2019. Aún así, sigue siendo un número importante, de acuerdo a Alejandro Afani, director del Centro de VIH del Hospital Clínico Universidad de Chile.

“Si consideramos otros países vecinos, como Argentina, que tiene casi tres veces la población de Chile, tiene aproximadamente el mismo número que nosotros de nuevos casos diagnosticados (...) estamos evidentemente en un tema que se había invisibilizado durante la pandemia y lo comenzamos a visibilizar nuevamente”, asevera. 

El doctor Afani remarca que “no era una prioridad anteriormente, sino que lo eran las enfermedades crónicas y estamos viendo las consecuencias”, añade. 

“Otra razón atribuible al alza puede ser la migración, ya que se ha observado un fuerte aumento de inmigrantes en la zona norte del país en los últimos 5 años, quienes pueden haber conocido su diagnóstico en su país de origen pero no habían tenido acceso al tratamiento hasta ahora”, plantea Bárbara Gutiérrez, académica de la Escuela de Obstetricia y Neonatología de la Universidad Diego Portales

La población donde está incrementando el virus son personas jóvenes. “No vivieron la época en que el VIH era una enfermedad mortal. Recordemos que los jóvenes nacieron después de que aparece la terapia que hoy día sabemos (...) que transforma una enfermedad mortal en una enfermedad crónica controlable. Las personas hacen su vida completamente normal”, sostiene Afani. 

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En 1981 se detectaron los primeros casos de VIH en Los Ángeles y Nueva York, Estados Unidos. Ya en 1982 el virus se propagó por Latinoamérica, principalmente en Argentina y Brasil. En 1984 se detectó el primer caso de VIH en Chile, en su nivel más avanzado: síndrome de inmunodeficiencia adquirida, más conocido como SIDA.

Edmundo Rodríguez fue el primer chileno que falleció por VIH, el 22 de agosto de 1984.  “Murió paciente del cáncer gay en Chile”, tituló La Tercera sobre el fallecimiento. 

Alicia Asenjo, obstetricia de la Fundación Arriarán del Hospital San Borja, explica que en ese tiempo se llamaba la “peste rosa” por las lesiones en la piel que tenían los pacientes homosexuales producidos por el sarcoma de Kaposi, que tienen ese color. Por prejuicio, solo se le adjudicó a hombres que mantenían relaciones sexuales con hombres, pero también se empezó a ver en pacientes hemofílicos y en casos de transmisión vertical. Ahí comienza a romperse el paradigma. 

“El VIH no discrimina”, insiste Asenjo. No importa la edad, el sexo, ni la orientación sexual. Cualquier persona puede adquirir el VIH. No solo eso, sino que también sífilis, papiloma, herpes genitales, entre otras enfermedades de transmisión sexual. 

Así lo destaca Bárbara Gutiérrez: “este aumento influye la baja percepción de riesgo de contraer el VIH, creyendo aún que afecta con mayor probabilidad a grupos específicos de la población con los que históricamente se ha vinculado el contagio, como hombres que tienen sexo con hombres, trabajadoras/es sexuales y personas que comparten jeringas por uso de drogas endovenosas”.

Los preservativos, tanto masculinos como femeninos, se usan principalmente para prevenir un embarazo, no enfermedades de transmisión sexual, dice Afani. 

El consenso entre los expertos indica que la educación sexual es una medida esencial para prevenir que las cifras sigan aumentando, especialmente en la enseñanza básica. De acuerdo a un estudio llevado a cabo por el Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente de la Universidad de Chile, “el comportamiento sexual de los adolescentes chilenos ha presentado cambios. Datos nacionales muestran que los adolescentes inician relaciones románticas de forma más temprana, alrededor de los 13 años (...) Algunos estudios han determinado como inicio sexual coital, vaginal o anal temprano o precoz, aquel que ocurre antes de los 14 o 15 años”. 

En la línea del autocuidado, Alicia recuerda una campaña sobre el condón femenino en 2019. “Se entregaron en los consultorios y también en hospitales y como no hubo mucha educación, las mujeres estaban reacias a su uso. Ahí quedaron los condones. El ministerio dejó de comprarlos, porque no se usaron. Hay que estar constantemente educando”. 

También se debe considerar el testeo como algo rutinario. “Generalmente la gente que se hace el test, sabe que tiene un factor de riesgo o muchos se lo hacen porque ya están en etapas avanzadas, cuando ya caen enfermos, con neumonía, con cáncer avanzado, llegan en etapa SIDA. A veces, ya es tarde”, sostiene Asenjo. 

La Fundación Arriarán, un centro de atención de pacientes con VIH y capacitación, atiende al menos a 600 personas anualmente. El año pasado fueron alrededor de 400 y este año la cifra sobrepasa los 300 pacientes. Mayoritariamente, reciben hombres que tienen sexo con hombres, pero no se limita a ese grupo. La transmisión vertical de VIH y sífilis también es algo común, que ocurre durante la gestación o el parto, así también como en la lactancia. 

Bárbara Gutiérrez destaca que los tratamientos al virus del VIH son parte de las Garantías Explícitas en Salud (GES) que garantizan el acceso a la atención por parte de un “médico especialista, junto con el tratamiento, incluyendo exámenes, evaluación y medicamentos, en un plazo que no debería superar los 45 días desde la confirmación diagnóstica”. 

Una de las personas que accede a este servicio es Raúl Loyola. Él fue diagnosticado a los 25 años, una década atrás. Se hacía los exámenes regularmente. “Por lo menos una vez al año para estar seguro, tenía conductas de riesgo. Jóven y alocado”. Fue a testearse. Cuando se enteró de la positividad dijo que “fue impactante el tema, piensas que te vas a morir. Pero aquí estamos”. 

En ese tiempo Raúl trabajaba en un icónico bar gay de Santiago. Supo de su diagnóstico un fin de semana otoñal, recuerda. Detalla que le contó a un amigo que también trabajaba con él.  No fue fácil seguir conversando, pero le confesó a dos cercanos más, su hermana y hermanos menores, quienes a su vez le dijeron a su mamá. Nunca quiso ocultarlo. “De ahí fueron enterándose personas o salía en las conversaciones, el resto era cosa de tiempo no más”. 

Raúl evalúa que el GES “ha funcionado súper bien y ha ido mejorando. Hace un tiempo tenías que hacerte un tipo de examen aquí, otro tipo de examen allá y te los revisaban en otro lado. Cada día es mucho mejor. El sistema público para las personas con nuestra condición funciona muy bien”. 

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Carlos Lobos, presidente de la Fundación Chile Positivo, se refiere a las campañas de prevención del Ministerio de Salud. “Creemos que ha mejorado respecto a años anteriores, principalmente en el uso del lenguaje, lo que se valora y agradece, pues permite llegar a más personas”, comenta. 

Sin embargo, “es difícil pensar que por una única campaña comunicacional de alcance nacional al año se logre disminuir las tasas de transmisión en VIH. Según los últimos datos, la transmisión en Chile volvió a tener un alza y nos posiciona dentro de los países de Latinoamérica con peores indicadores en esta materia”, manifiesta Lobos. 

Es importante destacar que la noción de que solo afecta a las personas LGBTIQA+ es errada. “Es un mito que genera situaciones de riesgo donde tienen sexo sin condón porque la percepción de riesgo es baja, equivocadamente piensan `esto no me va a pasar a m´. También vemos con preocupación que las personas siguen sin comprender bien las vías de transmisión”, sostiene el presidente de la Fundación Chile Positivo. 

Claudio Lagos-Olivero, Doctor en Comunicación Social y director Escuela de Publicidad de la Universidad Diego Portales, evalúa uno de los videos publicados por el Minsal sobre la prevención del VIH. 


“Me parece una campaña correcta. Que cumple. Siempre puede ser mejor. Y como publicistas, siempre esperamos una expresión creativa que conmueva y tenga efectos en el tema de fondo. Pero no suele ser culpa de los y las publicistas. En temas sanitarios existe una variable política, y en este asunto, valórica, que hace muy difícil la labor de convencer con ideas más rupturistas. Incluso en un gobierno situado en el espectro de la izquierda. Es curioso Chile en ese sentido”, comenta.

“En general, la tradición de la comunicación del Minsal, en este caso particular, suele ser indirecta”, indica Lagos-Olivero. “No es esencialmente informativa, porque cuenta una historia previa asociada a los grupos que considera más en riesgo. En ese sentido, hay trabajo publicitario. Pero tiene un remate informativo, inserto dentro de los códigos que intenta ofrecer el spot, como escenas finales o claves de filmes clásicos románticos”

La comunicación puede ser más creativa e innovadora, asegura. “La clave es que detone una conversación que perdure en los otros medios tradicionales y digitales. Es decir, que sea tan llamativa, que convoque a otros medios a hablar de la campaña y el tema. Cosa que no ocurre con esta, en mi opinión”.

“Ojalá el Ministerio de Salud genere acciones de prevención y campañas de mayor alcance, permanentes en el tiempo, no solo una vez al año y que el Ministerio de Educación se haga presente en este tema. Es difícil mejorar la prevención del VIH cuando no contamos con educación sexual integral. Lo mismo respecto a otras ITS donde hemos visto alzas importantes en los últimos años, como lo es la Sífilis”, concluye Lobos.